"La Hija del Zar" en la Rusia de los oligarcas y las mafias en la Royal Opera House

  • Londres.- En una nueva producción para la Royal Opera House, el escocés Paul Curran, director de la Ópera Nacional Noruega, traslada la acción de "La Hija del Zar", de Rimsky-Korsakov, de la Rusia de Iván el terrible a la actual de los oligarcas y las mafias.

"La Hija del Zar" en la Rusia de los oligarcas y las mafias en la Royal Opera House
"La Hija del Zar" en la Rusia de los oligarcas y las mafias en la Royal Opera House

Londres.- En una nueva producción para la Royal Opera House, el escocés Paul Curran, director de la Ópera Nacional Noruega, traslada la acción de "La Hija del Zar", de Rimsky-Korsakov, de la Rusia de Iván el terrible a la actual de los oligarcas y las mafias.

Basada en una obra dramática de Lev Mey, que a su vez se inspiró muy libremente en el tercer matrimonio de Iván el terrible con María Sobakina, es una historia de celos, filtros mágicos y venenos, con el poder absoluto del monarca como telón de fondo.

El zar Iván IV, que no aparece en ningún momento de la obra, busca en toda Rusia a una muchacha con la que casarse, y una de ellas resulta ser Marfa Sobakina, comprometida desde su adolescencia con un joven noble y a la que desea también un miembro de la policía secreta del zar; algo así como el KGB de su época.

El sádico policía, Griaznoi, que tiene ya una amante, Liubacha, trata de conquistar a Marfa con ayuda de un filtro amoroso, pero, celosa, Liubacha convence al farmacéutico de la corte para que, a cambio de sus favores sexuales, le administre un veneno a su inocente rival.

En el palacio del zar, que ha elegido mientras tanto como futura esposa a Marfa, el policía revela delante de todos los cortesanos que acaba de dar muerte a Likov, al que acusa falsamente de ser el culpable del envenenamiento de la novia.

Tras escuchar la noticia, Marfa se desmaya, comienza a delirar y confunde al malvado Griaznoi con Likov. Arrepentido de pronto, el policía confiesa que envenenó por error a la muchacha administrándole un filtro amoroso para conquistarla.

En ese momento entra su despechada amante Liubascha, que revela a su vez que fue ella quien sustituyó el filtro por un veneno y a la que Griaznoy da entonces la puntilla.

Curran sitúa tan truculenta historia en la Rusia contemporánea, una sociedad en las que los oligarcas campan a sus anchas y proliferan mafias y matones vestidos de negro que corren de un lado para otro desenfundado sus pistolas.

La primera escena se desarrolla en la sala de un moderno restaurante, en la que el policía, con camisa ensangrentada, acaba de torturar a un encapuchado; otra tiene lugar junto a una moderna piscina en una terraza desde la que se ven los modernos rascacielos del Moscú actual y la de la locura final ocurre en el salón dorado del palacio.

Con alguna excepción como la del barítono Johan Reuter (Griaznoy), que es danés, las voces son rusas, georgianas o ucranianas: la soprano Marina Poplavskaya (Marfa), la mezzosoprano Ekaterina Gubanova (Lyubasha), el tenor Dmytro Popov (Likov) o el bajo Paata Burchuldze (Sobakin, padre de Marfa).

Poplavskaya demuestra una gran calidad vocal, sobre todo en la emocionante escena final del delirio, que tanto recuerda a otras como la de Lucia di Lammermoor, de Donizetti.

La supera, sin embargo, su compatriota Gubanova en el papel de la despechada Lyubascha, muy especialmente en su aria a capella del primer acto mientras que entre las voces masculinas destaca la del joven tenor ucraniano Popov.

Desde el podio, Mark Elder dirige con energía y desenvoltura una partitura italianizante de melodías memorables que, como el propio Rimsky-Korsakov escribió antes de su estreno, iba a "disgustar profundamente" a los wagnerianos, y que, según algunos, prefigura en algunos pasajes, como la obertura, el neoclasicismo de Stravinsky.

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