Existe una Academia de la Historia, mejor dicho, una Real Academia de la Historia, que nació con el Rey Felipe V y que se remonta a 1735. Está en la calle León número 21, justo al lado de la conocida calle Huertas, en el Barrio de las Letras madrileño.
La institución ha saltado a la palestra mediática esta semana con la presentación de la primera edición del Diccionario Biográfico Español. Se trata de un proyecto que ha llevado más de ocho años de creación tras un convenio con el Ministerio de Cultura y que pocos días después de su salida al público ya cuenta con numerosas críticas por su falta de rigor.
Entre lo más comentado está la biografía de Francisco Franco, calificada de sesgada por ser realizada por Luis Suárez, presidente de la Hermandad del Valle de los Caídos.
El diccionario contiene unas 40.000 biografías de personajes destacados de la Historia de nuestro país aunque desde 2008 ya se podían conocer algunos datos en internet. Desde el Ministerio de Educación ya se ha pedido a la Academia la rectificación de "aquellas biografías cuyo contenido no responda a la necesaria objetividad de los trabajos académicos".
Una tertulia de amigos
La Academia nació como un grupo de amigos eruditos que se reunían para hablar de Historia en casa de Julián Hermosilla, abogado de los Reales Consejos. Los tertulianos se dirigieron a Felipe V para que autorizara sus reuniones y el monarca les dio su protección en 1738.
En el año 1836 -con las desamortizaciones de Mendizábal- se trasladó al domicilio actual, aunque antes había pasado por la Real Biblioteca y por la Casa de la Panadería en la Plaza Mayor. Vivió sus primeros cien años de vida de traslado en traslado como le sucedió a muchas instituciones oficiales.
La Junta de Gobierno está formada por un director, un secretario, un censor, un anticuario, un bibliotecario, un tesorero y un adjunto a la Comisión de Gobierno y Hacienda y es la que rige la Real Academia de la Historia. Cuenta en total con doce miembros entre los que sólo la vicesecretaria es mujer.
En nombre de Dios
Desde noviembre de 1746, la Academia celebra sus juntas, cual tradición, todos los viernes no festivos. Hasta entonces, se reunía los lunes, pero cuando se nombró director a D. Agustín Montiano, que se reunía el mismo día en la Cámara de Gracia y Justicia y Estado de Castilla, se trasladó al viernes.
Desde ese mismo año se acordó comenzar y cerrar la sesión con una invocación y en julio se adoptó la de Tomás Antonio Sánchez.
Así cada comienzo de la Junta empieza exactamente de la misma manera, con un: "Spiritus Sancti gratia illuminet sensus et corda nostra.Amen", y concluye con un: "Agimus tibi gratias, omnipotens Deus, pro universis beneficiis tuis; qui vivis et regnas in saecula saeculorum. Amen". Después viene un "Procedamus in pace" y un inseparable "In Dei nomine. Amen".
La Academia está compuesta por diferentes comisiones y por 36 académicos de número. Cada uno de estos académicos consigue la medalla de su número elegido por cooptación, es decir, sólo cuando queda una vacante libre y es votado por el resto de los integrantes. A éstos hay que añadirle unos 370 Académicos Correspondientes asignados a todas las provincias de España y al resto del mundo.
Sin embargo, no parce ser suficiente, ya que el excesivo centralismo es una de las mayores críticas que recibe la Academia. Quizás otros se queden, entre otras cosas, con el "Procedamus in pace" y el "In Dei nomine" grabado en sus memorias y como referencia a la "clara modernidad" de la institución.
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