La intentona golpista, la puntilla al régimen comunista

  • El fracaso del golpe de Estado perpetrado hace veinte años contra el líder soviético Mijaíl Gorbachov fue la puntilla al régimen comunista más poderoso del planeta, que buscaba de manera desesperada vías para sobrevivir en medio de una de las peores crisis económicas de su historia.

Bernardo Suárez Indart

Moscú, 15 ago- El fracaso del golpe de Estado perpetrado hace veinte años contra el líder soviético Mijaíl Gorbachov fue la puntilla al régimen comunista más poderoso del planeta, que buscaba de manera desesperada vías para sobrevivir en medio de una de las peores crisis económicas de su historia.

La intentona golpista liderada por la cúpula del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) acabó, paradójicamente, por hundir lo que pretendía -al menos, así lo declararon su dirigentes- salvar: el sistema socialista y la integridad del país.

El 19 de agosto de 1991, el PCUS tenía más de 20 millones de militantes y la Unión de Juventudes Comunistas (Komsomol, su acrónimo en ruso) contaba con más de 40 millones de miembros, todo un ejército, que tres días después asistió indiferente al desplome del régimen.

Sofocada la asonada, la mañana del 23 de agosto el presidente ruso, Borís Yeltsin, el líder de la resistencia a los golpistas, firmó en las barbas de Gorbachov un decreto por el que suspendió las actividades del PCUS.

El presidente soviético, en base a una disposición del alcalde de Moscú Gavriil Popov, ordenó ese mismo día el fin de las labores en la sede del Comité Central del PCUS a partir de las tres de la tarde.

Esa noche, millones de soviéticos vieron en las pantallas de sus televisores cómo los otrora todopoderosos funcionarios del Comité Central salían de sus oficinas abucheados e increpados por una muchedumbre.

Al día siguiente, Gorbachov renunciaba a la secretaría general del PCUS y Ucrania proclamaba su independencia, a la que seguirían las de la demás repúblicas de la URSS que para entonces aún no lo habían hecho.

La suerte del partido que había gobernado con mano de hierro durante siete decenios el país más grande del mundo estaba echada: el 6 de noviembre de 1991, en vísperas del 74 aniversario de la revolución bolchevique, Yeltsin ilegalizó definitivamente al Partido Comunista de la Unión Soviética.

Y el PCUS era mucho más que una formación política: conformaba la base estructural del sistema de administración del Estado.

La "perestroika" de Gorbachov, que buscaba conferir un "rostro humano" al socialismo, como sostenía Alexandr Yakóvlev, miembro del Buró Político del PCUS y principal ideólogo de las reformas, había minado seriamente el poder incontestable de los comunistas.

La apertura informativa -la "glásnost"- y la eliminación del artículo seis constitucional, que refrendaba el papel del PCUS como "fuerza rectora y dirigente" de la sociedad, habían cambiado el país hasta lo indecible.

Pese a que el PCUS y el Komsomol contaban con decenas de millones de miembros, la inmensa mayoría de éstos, como el resto de los soviéticos, estaba marginada de los mecanismos de poder, en manos de la denominada "nomenklatura".

Según el historiador ruso Mijaíl Vozlenski, la "nomenklatura" estaba integrada por uno 750.000 dirigentes de distinto nivel, que con sus familias sumaban el 1,5 por ciento de la población y conformaban la "clase dirigente de la URSS".

Veinte años después de la intentona golpista que selló el desmoronamiento de la URSS, Gorbachov insiste en que la Unión Soviética era un Estado viable y que lo que fracasó fue su régimen político.

"Se agotó el modelo creado por Stalin basado en el ordeno y mando", indicó el expresidente soviético en una entrevista con el periódico austríaco "Die Presse".

Ilustró con el siguiente ejemplo: "Para construir un baño público en la ciudad de Stávropol había que viajar a Moscú a pedir el respectivo permiso".

"Fue ese modelo el que se hundió, no la Unión Soviética como tal", puntualizó.

Gorbachov ha advertido de que el partido Rusia Unida, que lidera el expresidente y actual primer ministro Vladímir Putin, es una "versión empeorada del PCUS", en alusión a que ha creado una nueva "nomenklatura", sin ideología comunista.

"Partido que fundemos nos sale un PCUS", admitió en su tiempo el el ex primer ministro ruso Víctor Chernomirdin, cuyos dichos gozan hasta hoy de gran popularidad.

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