La pila bautismal de Ponce de León se conserva en un museo puertorriqueño

  • Alfonso Rodríguez.

Alfonso Rodríguez.

Guaynabo (Puerto Rico), 2 feb.- La pila bautismal original del explorador Juan Ponce de León se conserva en un pequeño y retirado museo de la localidad puertorriqueña de Guaynabo, donde queda testimonio de la vida y gesta de ese ilustre español que dio nombre a la Florida hace quinientos años.

El reciente anuncio de que una réplica de esta pila bautismal se trasladará a la localidad estadounidense de San Agustín (Florida) ha despertado el interés por la pieza auténtica, conservada en el diminuto Museo y Parque Histórico Ruinas de Caparra ubicado en la isla caribeña.

La pieza original del museo puertorriqueño, regalada en los 60 por el Arzobispado de Valladolid al pueblo de la isla caribeña, fue recientemente medida y fotografiada para elaborar la réplica que será trasladada desde España por el Buque Escuela Juan Sebastián Elcano de la Armada española a Miami a principios del próximo mayo.

El traslado de la réplica de 700 kilos -tallada en un único bloque de piedra caliza por el escultor vallisoletano Miguel Jiménez Escudero- tendrá lugar con motivo de la conmemoración de los 500 años de la llegada a la región de lo que el propio Ponce de León bautizó como "Florida".

La réplica se instalará en una iglesia de la localidad de San Agustín, uno de los pueblos con más encanto de Florida y el más antiguo del territorio continental de EEUU. Lleva habitado de forma ininterrumpida desde que el también español Pedro Menéndez de Avilés lo fundó en 1565.

El traslado de la replica a Miami ha roto la monotonía de este museo, una sala de poco más de veinte metros de largo por diez de ancho, en la que se encuentra la pila, depositada justamente en el lugar donde se piensa que Ponce de León edificó su vivienda primitiva al llegar a Puerto Rico.

La pila, colocada junto a una pared de la sala, se complementa con un pequeño cañón de época y un busto del conquistador nacido en la localidad vallisoletana de Santervás de Campos hace más de 500 años.

El tranquilo museo está precedido por los restos de un primitivo asentamiento, que en parte fue destruido cuando en 1917 se construyó la carretera PR-2 que va de Guaynabo a Bayamón.

El arqueólogo Adolfo de Hostos rescató años después parte de las estructuras, entre los años 1935 y 1938, cuando salieron a la luz utensilios que se supone pertenecieron al conquistador español.

El Instituto de Cultura Puertorriqueña, bajo la dirección del destacado historiador Ricardo Alegría, continuó las excavaciones en la década de los 50, cuando se recuperaron monedas de época, vasijas y utensilios domésticos, algunos de los cuales se exhiben hoy en este mínimo museo.

Azulejos, restos de una armadura, un cinturón de hierro con púas y algunas armas son el legado que puede contemplarse si se visita el Museo y Parque Histórico Ruinas de Caparra, situado a poco más quince minutos en automóvil desde San Juan.

Entre todos esos objetos destaca, sin duda, la pila bautismal, un legado quizá no del todo reconocido en Puerto Rico, donde este pequeño museo de acceso gratuito es poco visitado, en parte por estar ubicado fuera del circuito turístico más popular de San Juan.

El interés por la pila bautismal del explorador español llevó en noviembre de 2011 al alcalde de la localidad española de Santervás de Campos, Santiago Baeza Bonavidades, a visitar el museo invitado por el entonces gobernador de la isla caribeña, Luis Fortuño.

La visita sirvió para que se gestara la idea de elaborar una réplica, que es la que en mayo viajará a Florida con el fin de recordar la ruta que siguió Ponce de León.

El viaje de la réplica de la pila bautismal a Florida sigue a las celebraciones de 2009 por los cinco siglos de la fundación del poblado puertorriqueño de Caparra.

El Museo y Parque Histórico Ruinas de Caparra es el lugar donde se dice que comenzó la colonización española en Puerto Rico, labor que recayó también en Ponce de León por orden del entonces gobernador de Indias, Nicolás de Ovando.

Ponce de León viajó en 1513 a Florida en una expedición compuesta por tres barcos desde la población de San Germán y allí dedicó los pocos años que le quedaban de vida a buscar la mítica fuente de la eterna juventud.

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