La torería de Encabo, aun sin espada, principal argumento en Las Ventas

  • Una faena de Luis Miguel Encabo repleta de aroma y torería, aunque sin la rúbrica con la espada, ante el único toro bueno de la tarde, fue el principal argumento de la corrida de hoy en Las Ventas, primer festejo del tradicional ciclo de "encastes minoritarios" de septiembre.

Javier López

Madrid, 7 sep.- Una faena de Luis Miguel Encabo repleta de aroma y torería, aunque sin la rúbrica con la espada, ante el único toro bueno de la tarde, fue el principal argumento de la corrida de hoy en Las Ventas, primer festejo del tradicional ciclo de "encastes minoritarios" de septiembre.

FICHA DEL FESTEJO.- Seis "saltillos" de José Joaquín de Moreno Silva, desiguales de presentación y, salvo el manejable segundo, de poco juego en conjunto. Primero y cuarto, complicados y "con guasa"; mansos sin disimulo, el tercero; escurrido y sin transmisión el quinto; y sin decir tampoco gran cosa, el sexto.

Luis Miguel Encabo: media tendida, nueva media tendida y tres descabellos (gran ovación tras aviso); y media (palmas).

Marc Serrano, que confirmaba alternativa: casi entera atravesada (ovación tras aviso); y pinchazo hondo y dos descabellos (silencio tras aviso).

José Miguel Pérez "Joselillo": estocada baja (silencio tras aviso); y pinchazo y estocada (silencio).

La plaza tuvo un tercio de entrada en tarde de nubes y claros.

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COMO SI EL TIEMPO NO HUBIERA PASADO

No es fácil encontrar un espectáculo completo en el verano en Las Ventas, a veces porque falla el toro, o porque el escaso bagaje de los toreros que se anuncian frena también las opciones del triunfo. Sin embargo, este año está siendo una excepción, con un mes de agosto en el que han destacado varios nombres del escalafón superior que se proyectan como muy recuperables de cara a la próxima campaña.

En esa línea comienza también septiembre, con un Luis Miguel Encabo que ha sumado un paseíllo de luces en los tres últimos años, y que, no obstante, ha demostrado que aún tiene una reserva grande y exquisita, como si todo este tiempo parado no hubiera pasado por él.

Muchas ganas y gran estilo lució este Encabo en su primero, al que lanceó con arrebatadas y enjundiosas verónicas, banderilleando también con soltura en dos pares de poder a poder y otro por los adentros. El toro, menos aparatoso por delante que su hermano anterior, hizo presagiar que podía "servir" para la muleta, y, aunque un punto rebrincado y sin finales, acabó aportando también lo suyo.

El veterano torero madrileño lo toreó con reposo, molestado en ocasiones por el viento, pero dejando evidentes signos de mucha torería. El conjunto tuvo mérito por lo asentado y centrado que estuvo Encabo, brillando sobremanera en el toreo al natural. Bonitos ayudados y otros adornos de notable sabor como fin de obra, malogrado todo a última hora con los aceros.

No pudo repetir Encabo en el cuarto tan esperanzadora actuación, dado que este toro, el de más cuajo y edad del envío, se las sabía todas y se lo pudo muy difícil, de modo que el torero no llegó a estar más allá de las probaturas, simples intentos de armar una faena a todas luces imposible.

Marc Serrano confirmó alternativa con un "saltillo" de imponentes defensas y juego complicado, en ocasiones "midiendo" antes de los cites, también pasando sin atender a "los toques", lo que se dice yendo directamente al bulto, y, por si faltaba, desentendiéndose a la salida de los embroques. Con tantas dificultades, el francés anduvo digno aunque sin brillantez.

No pudo resolver tampoco Serrano con el quinto, un toro muy vareado, es decir, escurrido y sin remate, y que se desplazó en el último tercio aunque un punto dormido y sin transmitir tampoco gran cosa, al que el francés pasó a media altura en un trasteo tan voluntarioso como frío.

El primero de "Joselillo", de escasa presencia, cantó enseguida su condición de manso al huir con descaro al sentir el hierro en el caballo, donde amagó con entrar hasta en cuatro ocasiones para recibir sólo picotazos. En la muleta tuvo movilidad aunque con la cara natural, es decir, sin humillar, sin decir nada. Tampoco el matador anduvo muy allá en una labor de pases a destajo.

El sexto apenas aportó nada, y aquí se vio a un Joselillo a la deriva, sin acabar de verlo claro en ningún momento.

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