Las tensas relaciones entre Google y China siguen enturbiadas

  • El gobierno chino respondió a Google firmemente, pero la empresa estadounidense todavía no ha decidido si abandonará China o aceptará quedarse y mantener la auto-censura en sus servicios.
Alvy / Microsiervos

Con cerca de 400 millones de internautas, vivir en China y navegar por Internet es sin duda un poco diferente a lo que conocemos en otros países. Muchos sitios web y servicios son simplemente innaccesibles y algunas empresas occidentales que han instalado allí sus sedes han tenido que modificar sus servicios para adaptarse a las normativas locales y que les permitieran operar. De hecho, si en Google China tecleas "e;human rights"e; (derechos humanos), el buscador responde que "e;según las leyes y normativas locales, algunos resultados no serán mostrados"e;. Esto puede parecernos una barbaridad, pero es algo que Google también hace en otros países: en Alemania por ejemplo no se pueden buscar ciertos términos relacionados con el holocausto nazi. En España, de salir adelante la propuesta del anteproyecto de Ley de la LES presentado por el Gobierno, se permitiría a una comisión administrativa, y no a un juez, decidir el bloqueo o cierre de un sitio web en cuatro días, en función de su contenido y actividad. Internacionalmente, este sistema se conoce como "e;el gran cortafuegos de China"e;, haciendo referencia al firewall, una tecnología que se utiliza para ese filtrado en los proveedores de Internet chinos. Allí, básicamente, los proveedores son responsables de todo lo que hacen sus usuarios, arriesgándose a fuertes multas o el cierre del negocio si se detectan actividades ilegales cometidas en sus redes.

Hace una semana, Google anunciaba su intención de dejar de filtrar los resultados, tratando de negociar con el gobierno chino una forma de hacer esto que fuera legal en ese país, pero amenazando con la posibilidad de cerrar Google.cn y sus oficinas allí si las cosas no cambiaban. Al mismo tiempo explicaban que la decisión tenía que ver con que habían recopilado información sobre un ciberataque masivo a cuentas de Gmail de activistas de los derechos civiles chinos (también europeos, e incluso corresponsales de prensa), y que todas sus sospechas apuntaban a que había sido un "e;trabajo"e; del gobierno. Este ataque fue calificado como altamente sofisticado y dirigido específicamente a esas personas, no algo generalizado. Los atacantes operaron proxies (ordenadores intermediarios) en Taiwan pero algunos expertos identificaron el origen de los ataques desde como "e;agentes del Estado, o muy próximos a él"e;. Google afirmó que decenas de otros servicios de otras empresas internacionales habían recibido ataques similares. Se cuantificaron finalmente en más de treinta.

La respuesta de China no se hizo esperar; el gobierno recordó su soberanía al respecto: "e;China, como otros países, maneja su Internet de acuerdo a la ley y tenemos normas específicas respecto a qué contenido puede ser difundido en la red"e;, afirmó una portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores. Recordaron también que "e;Las compañías extranjeras deben respetar las leyes y regulaciones de China, respetar las tradiciones y costumbres del público chino y asumir las responsabilidades sociales correspondientes, y por supuesto Google no es una excepción"e;. Mientras tanto, algunos chinos llevaban espontáneamente flores a las puertas de las oficinas de Google con letreros como "e;Armonía"e; apoyando al buscador y esperando que se solucionara la situación sin que la empresa tenga que irse del país.

Aunque luego Google matizara un poco sus declaraciones sobre la posibilidad de irse de China de forma radical y cerrar Google.cn, lo cierto es que se enfrentan a todo un dilema, tanto empresarial como social: abandonar uno de los mercados con más potencial para el futuro (las previsiones son de unos 840 millones de chinos internautas para 2013) o mantenerse allí soportando las férreas reglas del gobierno. Casi ninguna otra empresa occidental dejaría pasar un mercado potencial tan grande, especialmente si ya están bien situadas; simplemente no tendría sentido económico. Pero por otro lado Google quiere mantener su lema de "e;no hacer el mal"e; y apoyar a esos activistas y que se respeten códigos de conducta y derechos que en China simplemente no forman parte del juego, como ha tenido que recordarles su gobierno.

Además de que la historia va para largo y todavía queda por ver qué hacen tanto Google como el gobierno chino, puede tener giros inesperados y enrarecerse, como ya está sucediendo. Hace unos días se informó de otro ataque, en este caso denunciado por un buscador chino llamado Baidu, el "e;Google alternativo"e; de la región. Al parecer su funcionamiento fue alterado cuando alguien modificó las direcciones a las que apuntaba su dominio en Internet, "e;baidu.com"e;. Este domino estaba gestionado por Register.com, una prestigiosa y veterana empresa registradora de dominios norteamericana. Aunque los acusaron de "e;negligencia flagrante"e; al haber permitido la manipulación por parte de terceros, lo cierto es que fue finalmente Li Yinan, el director técnico de la compañía china Baidu, quien dimitió. Al parecer un grupo autodenominado "e;Ciberejército Iraní"e; habría estado realizando ataques diversos a servicios de este tipo durante los meses, incluyendo no solo Baidu sino también Twitter. Tanto Register.com como otros registradores de dominios respondieron bloqueando y mejorando la seguridad de esos dominios relevantes para evitar más problemas en el futuro.

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