Los primeros humanos de Atapuerca podrían haber cuidado de sus mayores

  • Un grupo de paleontólogos españoles descubren en Atapuerca los restos fósiles de un anciano de hace más de medio millón de años

La "pelvis de Elvis"
La "pelvis de Elvis"
MEH

El hallazgo de unos restos fósiles correspondientes a un individuo anciano, en la Sierra de Atapuerca, ha llevado a los investigadores a plantearse que los homínidos que habitaban la zona eran solidarios entre ellos. Así se desprende de un estudio publicado hoy la revista científica PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences of de United States of America).

La conclusión proviene del hallazgo en el yacimiento de la Sima de los huesos de Atapuerca (Burgos), de un anciano con enfermedades degenerativas y problemas para caminar. "Podemos suponer que este individuo necesitaría de la ayuda de otros para subsistir" afirma Alejandro Bonmatí, responsable del estudio, "había algunas actividades como la caza que él no practicaba... El hecho nos hace pensar que había un cierto grado de cuidado pero no podemos asegurarlo al cien por cien". Por este motivo, la hipótesis del equipo investigador es que el homínido permanecería en la aldea y ayudaría a las mujeres.

Para conseguir los restos fósiles del "anciano" se han necesitado cinco campañas de excavación en las que un grupo de paleontólogos del equipo de Atapuerca han trabajado duramente para poder unir las piezas. El primer hallazgo, en 1999, fue el de una pelvis, a la que se bautizó como "la pelvis de Elvis". Posteriormente se le asoció su columna lumbar y se llegó a la conclusión de que el hombre había padecido importantes enfermedades degenerativas mucho antes de morir, con más de 45 años.

Por este motivo los investigadores afirman que el "anciano Elvis", un varón de alrededor de 1,70 y 90 kilos y de una especie antepasada de los neandertales, se veía obligado a mantener posturas dolorosas y encorvadas que posiblemente le obligaron a usar un báculo para mantenerse erguido.

"Su supervivencia durante largo tiempo con estas discapacidades, hace suponer a los autores que el grupo social nómada del que formaba parte este individuo, tendría una atención "especial" con sus "mayores"" se asegura en la investigación que sale hoy a la luz.

Datar el momento en el que el humano dio un salto más en su evolución para pasar a tener una conciencia hacia sus mayores es prácticamente imposible, según los expertos. Para conseguirlo habría que dar con fósiles humanos y que éstos poseyesen además algún tipo de patología que no dejase duda de que su subsistencia habría necesitado el cuidado de otros individuos.

"No sabemos a ciencia cierta cuándo el hombre comenzó a hacerse cargo de sus mayores y es muy posible que no lo sepamos nunca. Es muy difícil encontrar una evidencia clara en ese sentido", explica Bonmatí a lainformacion.com. y continúa "ésta podría ser una de las primeras evidencias de que esto ocurría". La primera pista de un posible cuidado a los ancianos se remonta a hace 1,8 millones de años en Georgia. Los investigadores han dado con el cráneo de un indivio al que le tuvo que ser imposible masticar ya que tenía toda la mandíbula reabsorvida. Parto con dolor, pero sin tanto

El equipo de investigadores ha comparado además "la pelvis de Elvis" con los de féminas encontradas en otros lugares del mundo, lo que ha confirmado que ya en esa época existía una diferencia de tamaño entre varones y hembras. Sin embargo, según Bonmatí el parto también sería difícil "aunque quizá no tanto como actualmente", porque la cabeza es muy grande en relación con el cuerpo y hay dificultades para que salga por el canal del parto.

Asimo, las conclusiones no se restringen solamente al "anciano enfermo" si no que el equipo ha encontrado también los restos de otras personas que no tenían deformidades en la columna vertebral ni en la pelvis. Gracias a ellos, han descubierto que esta población, al igual que los neandertales, poseía una columna vertebral con curvaturas menos marcadas que las que recorren nuestras espaldas. Es más, la forma característica de sus vértebras y su pelvis demuestra que sus cuerpos estaban diseñados, como los nuestros, para minimizar el gasto de energía necesario para mantenerse perfectamente erguidos.

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