Miedo, lucha y compromiso, Pérez Henares repasa el activismo antifranquista

  • Miedo y compromiso; activismo y represión. El periodista y escritor Antonio Pérez Henares repasa la lucha política, la prohibición y el castigo durante el tardofranquismo en "Yo, que sí corrí delante de los grises" -editorial Almuzara-, un relato personal y emocional de sus años de lucha contra Franco y el comienzo de la Transición.

Gonzalo Domínguez

Madrid, 2 jun.- Miedo y compromiso; activismo y represión. El periodista y escritor Antonio Pérez Henares repasa la lucha política, la prohibición y el castigo durante el tardofranquismo en "Yo, que sí corrí delante de los grises" -editorial Almuzara-, un relato personal y emocional de sus años de lucha contra Franco y el comienzo de la Transición.

"La batalla más dura era la que uno tenía cada día contra el miedo. Había días que te paralizaba", explica en declaraciones a EFE Pérez Henares.

Ese combate contra los temores -"la detención que podía acabar con tu carrera", la tortura, los grises, 'la social'- salpica las páginas del libro que, en ocasiones, se torna en crónica sentimental de una época y que ya desde el título arremete contra aquellos que se sumaron a la lucha antifranquista cuando ésta ya había terminado y había comenzado la democracia "como si yo fuera antiFelipe II", dice con ironía.

Entre los recuerdos se filtran esas críticas que dirige contra aquel partido que "se atribuyó la lucha", el PSOE, cuya inexistencia era "clamorosa" en el fragor del combate por las libertades, asegura Pérez Henares.

"Entre sus dirigentes, ninguno había pisado una cárcel con algunas excepciones, como las de Nicolás Redondo o Arbizu", añade.

Pérez Henares recuerda las palabras de Enrique Curiel, líder universitario comunista y uno de los mentores del autor en los tiempos de la lucha: "si hubiéramos sido tantos los que estábamos allí hubiéramos acabado con el régimen".

Y remata: "hubo gente que luego se ha atribuido esas luchas e incluso la ha ninguneado".

En su novela, Pérez Henares repasa sus primeros acercamientos a los grupos que buscaban unas libertades que les eran negadas, un "acto de rebelión vital" que tenía mucho de cultural, porque la "dictadura te impedía hasta ser joven", dice.

"En una ciudad de provincias -Guadalajara en su caso- estaba prohibido besar", recuerda en su conversación con EFE, "una dictadura no solo afecta a la política, sobre todo dice una cosa, silénciate y así no te pasa nada. La utilización del arma es el miedo", destaca.

Desde ese actitud de rebeldía aglutinó a un grupo de conciudadanos que buscaban resquicios de libertad en el ambiente opresivo y poco a poco se integró en el Partido Comunista que era "el único partido, el Partido, y allí se dieron cita gente que tenía mucha ideología de fondo. La batalla era por la libertad pero también por ser jóvenes", subraya.

La novela es un ejercicio de "memoria propia" que el autor sobrepone a la "memoria histórica", porque el objetivo de esta última no es el de la reconciliación nacional que guió la Transición y que, en su opinión, es "el mejor impulso que ha vivido la sociedad española".

Pérez Henares rememora ese espíritu de transición que consiguió los objetivos que resumían la célebre frase del cantautor aragonés José Antonio Labordeta, una "tierra que ponga libertad".

Ese era el sueño que "prevalecía por encima de todos: despertar y ver que la democracia había entrado por la ventana", reflexiona.

No obstante, el trabajo literario también responde a una deuda personal "y con toda una generación", pero también con todos unos sueños" que le acompañaron durante ese tiempo.

La obra terminó por convertirse en "una introspección" para que el autor de hoy rememore y reconozca al muchacho que describe y por el camino "recuperar algunos valores que se habían oxidado o se habían perdido".

Pasado este tiempo y con la perspectiva de los años que le permiten recordar la juventud como "el tiempo de las verdades absolutas", disecciona la actualidad de la política actual y se lamenta de que la sociedad democrática no haya "sabido rescatar determinadas cosas del secuestro de la dictadura".

"La propia palabra España, aquí se dice 'este país', parece que si eres español seas nacionalista", razona y añade que la izquierda en el siglo XIX y en el XX tuvo "una idea de España que no se le caía de la boca a Lorca, a Machado, ni siquiera a Neruda".

A su juicio, "este mundo progre desprecia a España y su historia porque la ignora. Nos hemos creído la leyenda negra", concluye.

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