Muere el torero 'El Pana' tras quedar tetrapléjico por una cogida

  • El matador mexicano de 64 años de edad, "último romántico del toreo", ha muerto de paro cardíaco sin opción a reanimación en el hospital civil de Guadalajara.

    Quedó tetrapléjico hace 32 días por una grave cogida en Ciudad Lerdo. Era un artista bohemio y original de orígenes humildes.

Rodolfo Rodríguez 'El Pana', haciendo un paseíllo mientras se fumaba uno de sus característicos puros.
Rodolfo Rodríguez 'El Pana', haciendo un paseíllo mientras se fumaba uno de sus característicos puros.
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Pedro M. Puerta

No se ha muerto el mejor de los toreros. Tampoco el más famoso o el que mejores faenas atesoraba. Pero desde luego que la tauromaquia ha perdido un artista único, irrepetible y genial como la vida misma. Rodolfo Rodríguez 'El Pana', nacido en Apizaco en 1952, extinguió a las 18:45 hora local (23:45 GMT) el único hilo de vida que le unía con este mundo.Quedó tetrapléjico hace un mes

'El Pana' llevaba un mes muerto en vida. El pasado primero de mayo, en su segundo toro de la tarde, el matador fue embestido por 'Pan francés', del hierro de Guanamé, que lo lanzó como un guiñapo hacia arriba y prosiguió su camino. En el momento de caer lo hizo a plomo, tieso, provocándose una "lesión raquimedular cervical severa con fractura de tres cuerpos vertebrales, producto de contusión con hiperextensión cervical a la caída". A los cuatro días se confirmó que quedaría tetrapléjico.

Su salud se vio muy comprometida desde ese instante y al final decidió abandonarse. Su último deseo era que le dejaran morir, y así fue.1.000 oficios distintos para una personalidad única

A Rodolfo Rodríguez le llamaban 'El Pana' porque fue panadero, pero también fue sepulturero en un panteón, y vendedor de gelatinas, y campesino y paracaidista. Su padre era un policía judicial que, al ser asesinado, dejó a su viuda con ocho hijos y poco para comer.

Como torero tuvo una carrera mediocre hasta 2007, cuando consiguió contra viento y marea 'despedirse' toreando en la Monumental de México, la plaza más grande del mundo. Su último toro decidió brindárselo a todas las prostitutas que conoció: "Brindo por las damitas, damiselas, princesas, vagas, salinas, zurrapas, suripantas, vulpejas, las de tacón dorado y pico colorado, las putas, las buñis, pues mitigaron mi sed y saciaron mi hambre y me dieron protección y abrigo en sus pechos y en sus muslos, y acompañaron mi soledad. Que Dios las bendiga por haber amado tanto".

Tal fue su éxito en esa corrida, que el entonces presidente del país Felipe Calderón le llamó para felicitarle y para excusarse por no haber podido estar presente en la corrida. Comenzó entonces su pequeña bonanza, toreando al año siguiente un mano a mano con Morante de la Puebla en el que ambos se fumaron un habano durante el paseíllo.

Era estrambótico, puramente alternativo. Podía llegar a la plaza en calesa rosa, se hacía la coleta natural en su pelo cano y daba capotazos que asustaban al más heterodoxo. Tenía un estilo único, ligero y relajado, que se alejaba de todo academicismo y que quedó recogido en esta faena de hace dos décadas.

Se murió sin cumplir uno de sus sueños: torear en Las Ventas de Madrid. Una espinita que no desmerece la trayectoria novelesca de un hombre que demostraba que la realidad siempre supera a la ficción.

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