"Nacido en la URSS", una mirada irónica y sin odio al pasado soviético

  • A pocas fechas de que se cumplan veinte años de la desaparición de la Unión Soviética, el escritor moldavo Vasile Ernu, autor del libro "Nacido en la URSS" (Editorial Foca), reivindica en una entrevista con Efe una mirada nostálgica cargada de ironía pero desprovista de "odio" hacia el pasado socialista.

Barcelona, 24 dic.- A pocas fechas de que se cumplan veinte años de la desaparición de la Unión Soviética, el escritor moldavo Vasile Ernu, autor del libro "Nacido en la URSS" (Editorial Foca), reivindica en una entrevista con Efe una mirada nostálgica cargada de ironía pero desprovista de "odio" hacia el pasado socialista.

Ernu, que el 25 de diciembre de 1991, cuando Mijail Gorbachov presentó su dimisión como presidente de la URSS y la bandera roja fue arriada del Kremlin, tenía apenas 20 años, no pretende en modo alguno "idealizar" aquel sistema, pero tampoco puede evitar sentir cierto cariño al recordar sus vivencias de infancia y juventud.

"Es parte de mi identidad. Nací y me crié en la URSS. Para lo bueno y para lo malo, me formé allí. En los países excomunistas, hoy en día, se suele hablar de la nostalgia como algo malo. Si uno dice sentir nostalgia, se le tacha de comunista. Y no tiene por qué ser cierto. No se trata de una nostalgia ideológica", comenta.

Cuando Ernu, de visita esta semana en Barcelona para participar en un coloquio sobre el fin del régimen soviético, echa la mirada atrás, le vienen a la memoria escenas a menudo tragicómicas, poco edificantes, pero no puede evitar observarlas con ternura.

Las 'kommunalki', aquellas casas habitadas por varias familias obligadas a compartir cocina y baño, las largas colas callejeras de gente esperanzada en poder comprar cualquier producto en tiendas de estanterías vacías o los lavabos públicos, con el penetrante hedor de cloro de las letrinas, son algunas de sus señas de identidad.

"¿Cómo voy a olvidar los lavabos soviéticos? Ese penetrante olor a cloro para mí es muy íntimo. Es como la magdalena mojada en el té de Proust: sólo con mencionar aquel olor, en mi memoria se desatan cientos de recuerdos", comenta medio en serio, medio en broma.

Con el hundimiento de la URSS en 1991, Ernu se sintió eufórico por haber "escapado" del comunismo, si bien con el paso de los años se ha ido dando cuenta de que aquella súbita desaparición del viejo sistema también se llevó por delante algunos valores positivos.

"Se perdió una manera de vivir y de ser. Se perdieron valores como una cierta unidad y solidaridad entre nosotros. En tiempos de sufrimiento se crea un sentimiento de solidaridad mucho más fuerte. Dentro de nuestra pobreza, éramos mucho más solidarios y estábamos más unidos. Luego, la sociedad se ha ido fragmentando", señala Ernu, que ahora reside en Bucarest. EFE.

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