Oreja de poco peso para Luis Gerpe en una buena novillada de Villamarta

  • El novillero Luis Gerpe cortó una oreja de poco peso después de una labor también de escaso relieve artístico con una buena novillada de Villarta, hoy en Las Ventas.

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Javier López

Madrid, 26 ago.- El novillero Luis Gerpe cortó una oreja de poco peso después de una labor también de escaso relieve artístico con una buena novillada de Villarta, hoy en Las Ventas.

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de Villamarta, bien presentados y de buen juego en conjunto excepto el áspero segundo y el frenado quinto.

Pedro Carrero: estocada y descabello (ovación); y pinchazo, estocada que "hace guardia", seis pinchazos más y estocada (silencio tras aviso).

Raúl Cámara: estocada desprendida (silencio); y estocada caída (palmas).

Luis Gerpe: cinco pinchazos y estocada caída (silencio tras aviso); y estocada trasera (oreja tras aviso).

La plaza tuvo un cuarto de entrada en tarde calurosa.

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ALERTA MÁXIMA

Algo muy preocupante en la situación global de 'la Fiesta', la ausencia de novilleros que ilusionen. La cantera no funciona y eso es algo que se debería cuidar porque el futuro está en sus manos, y así desde luego que pinta muy, pero que muy negro.

En la tarde de hoy en se vio algo de todo esto, pues ni siquiera la "orejita", diminutivo que se emplea en el argot para definir el trofeo como de poco peso, que paseó Gerpe del que cerró plaza pudo salvar una tarde en la que la novillada de Villamarta fue mucho más interesante que las facetas artísticas de los tres espadas.

Carrero tuvo en primer lugar un novillo que tuvo nobleza y cierto buen son en el último tercio. El madrileño lo entendió mejor por el pitón izquierdo, por donde el animal se desplazó más largo y humillado, en un par de tandas estimables de naturales limpios, templados y cadenciosos.

Pero en el toreo a derechas no acertó Carrero a tocarle las teclas oportunas. Demasiados enganchones y escaso ajuste también. Faena, por tanto, intermitente de todo un veterano entre los novilleros.

El cuarto fue novillo noble y dulzón con el que Carrero anduvo algo más centrado pero sin terminar tampoco de redondear. Es verdad que hubo muletazos buenos por el lado derecho, pero también surgieron otros demasiado atropellados.

El novillo, aunque le faltó algo de empuje al final de faena, fue de lío gordo. Y ya está dicho que Carrero lo toreó de forma aceptable, y sólo aceptable porque a pesar de las cosas buenas que tuvo la faena, no acabó el hombre de aprovechar del todo al buen "villamarta" que sorteó. Para colmo, francamente mal con la espada.

Al debutante Cámara no le acompañó la suerte con su primer "compañero de baile", un novillo con genio, que tomaba la muleta a regañadientes, con un molesto cabeceo, rematando los viajes con la cara por las nubes y quedándose corto.

Cámara basó su labor en la distancia corta, y ahí el animal, al sentirse atacado, protestó más si cabe. La faena fue un continuo querer y no poder. Pases y más pases al ritmo de las embestidas del utrero, es decir, acelerados y muy tropezados.

Quiso mucho el novillero, aguantando miradas y tarascadas, pero le vino grande la papeleta y por eso no pudo resolver.

No tuvo fortuna Cámara con su lote, pues el quinto fue el otro deslucido del envío, de embestidas descompuestas y quedándose debajo. Pero aquí el madrileño evidenció lo verde que está todavía en una faena amontonada y sin estructurar.

El primero de Gerpe fue otro novillo bueno, al que toreó con cierta galanura por el pitón derecho, el mejor del animal. Muletazos largos y ligados, aunque, es sí, sin entrar en profundidades, siempre tirando líneas. Al natural protestó más el astado.

Apunta cosas buenas este novillero toledano, se adivina en él un toreo clásico y sin concesiones, pero aún le queda camino por recorrer hasta que adquiera el oficio necesario para poder "romper". Debe mejorar todavía algunas cosas, como por ejemplo algo de colocación y, sobre todo, matar como Dios manda.

El sexto fue un novillo bueno y manejable al que Gerpe instrumentó una faena voluntariosa, pero de nuevo falló el acople, con cites al hilo del pitón, tirando con brusquedad de las nobles embestidas del "villamarta" y echándoselo para fuera. Hubo limpieza en su quehacer, pero faltaron estrecheces y algo más de sentimiento.

Esta vez mató a la primera y cortó una oreja que, ya está dicho, fue fruto sobre todo del paisanaje.

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