Paco Marsó, de las tablas a los platós del corazón

  • En sus últimos años, Paco Marsó cobró protagonismo como personaje del corazón. Pero, antes de eso, fue uno de los grandes productores teatrales españoles. Empezó en los años 60. Su carrera siempre marchó unida a la de Concha Velasco. Su vida estuvo plaga de altibajos tanto en lo profesional como en lo personal.
M. J. Arias

Paco Marsó se llamaba en realidad Francisco Martínez Socias. Ése era su verdadero nombre. El otro era el de guerra, con el que se le conocía en el mundo del espectáculo. La mayoría de la gente sabe de él por haber sido el marido de Concha Velasco. Fue mucho más. Uno de los grandes productores del teatro español, aunque empezó como actor en los 60.

Concha Velasco, la que fue su mujer durante casi tres décadas, y él se conocieron en una representación teatral –no podía haber sido de otra manera-. Ella hacía de Doña Inés. Aunque su historia de amor no se fraguó hasta bien entrados los setenta. Al abrigo de una obra dirigida por Adolfo Marsillach, Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca, en la que Concha Velasco participaba. La actriz y el productor estrecharon lazos y se casaron poco después (en 1977). Durante décadas fueron una de las familias más sólidas de las tablas junto a sus hijos y su currículum caminó al mismo paso. Desde el momento en el que sus vidas se cruzaron, Paco Marsó se volcó en la carrera de su mujer y se convirtió en el productor de la mayoría de sus obras. A un lado dejó su breve carrera como actor. Incluso, llegaron a fundar una editorial juntos.

Marsó era un hombre que arriesgaba y lo daba todo por el teatro. Era su vida, su gran pasión. De ahí que los problemas económicos lo acuciaran en varias ocasiones. Algunas de sus producciones fueron grandes éxitos. ‘Hello Dolly’ (2001), el famoso musical de Broadway que protagonizó Barbara Streisand. ‘Carmen Carmen’ (1988), ‘La truhana’ (1992) e ‘Inés desabrochada’ (2003), las tres de Antonio Gala. ‘La rosa tatuada’ (1997), de Tenneesse Williams. En todas ellas, una única protagonista absoluta, su adorada Concha Velasco. Hubo algún éxito más. ‘Deseo bajo los olmos’, de Eugene O’Niel o ‘La bella Dorotea’, de Miguel Mihura, son ejemplos de ello.

Pero no todas marcharon bien en taquilla. Algo que no parecía preocuparle. Siempre resurgía (o al menos lo intentaba) con un nuevo proyecto. Así era él, desprendido y arriesgado con el dinero en sus producciones. Su peor momento económico lo vivió en 2007. Hacienda le reclamaba una deuda de 800.000 euros. Entonces, ya llevaba dos años separado de su compañera durante décadas. Él asumió toda la responsabilidad.

Fue justo la separación de Concha Velasco la que supuso un antes y un después en su carrera. Unido siempre a ella y con los problema económicos acuciándole, Marsó intentó levantar cabeza. En lo personal, tuvo una hija con una mujer cubana 32 años menos que él. En lo profesional, siguió con sus labores como productor. Lo hizo con un homenaje al poeta Miguel Hernández en abril y con ‘El mercader de Venecia’, de William Shakespeare.

Al final, se convirtió en un asiduo a los programas del corazón. Allí aireó los problemas con sus hijos tras la separación, el encarcelamiento de su hija por varios atracos, se defendió de su supuesta ludopatía y de sus idas y venidas con la cubana Diosi Ledesma, con la que tuvo una hija, Gabriela, en 2009. Todo eso, eclipsó sus labores como productor teatral. Pero, ahí están.

El pasado lunes el plató de 'Sálvame' se sobrecojió al conocer la noticia de que Paco Marsó estaba muy grave y que podría morir en breve. Fueron los primeros en dar la noticia del ingreso del productor teatral en un hospital de Málaga, donde llegó tras sufrir un derrame cerebral. El programa presentado por Jorge Javier Vázquez también ha sido el último en contar con Marsó como colaborador. Sus últimas entrevistas también tuvieron lugar allí.

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