París exhibe a la primera escultora que logró vivir de su arte

  • Laura Bayarri.

Laura Bayarri.

París, 16 jun.- El museo de Orsay de París consagra la primera retrospectiva a Félicie de Fauveau, que cayó en el olvido a finales del siglo XIX, pese a ser la primera mujer escultora que consiguió vivir de su arte.

La exposición "Félicie de Fauveau. L'amazone de la sculpture", que puede visitarse hasta el próximo 15 de septiembre, propone un nuevo enfoque sobre la vida y obra de esta mujer atípica, a través de más de 70 esculturas, objetos decorativos, cuadros y la transcripción inédita de su correspondencia.

Pionera, autodidacta, monárquica, católica y soltera, Félicie de Fauveau (Livorno,1801-Florencia, 1886) fue una apasionada de la Edad Media y el Renacimiento, tanto que se la considera la mayor representante del "estilo trovador", conocido por su tendencia a reconstruir una atmósfera idealizada de la época medieval.

Nació en Italia en el seno de una familia de finanzas francesa, sin embargo, arruinados tras la muerte de su padre, tuvieron que volver a París durante la época de la Restauración.

"Era poco frecuente que las mujeres artistas vendieran sus obras, pero De Fauveau supo jugar bien sus cartas y utilizó como pretexto el fallecimiento de su padre y la necesidad de un sustento económico", explicó a Efe la comisaria de la muestra, Ophélie Ferlier.

Se la considera una maestra del márketing que logró crearse una imagen de mujer misteriosa: lucía pelo corto, usaba sombreros medievales y vestía de oscuro, la mayor parte de las ocasiones con prendas masculinas combinadas con faldas anchas, de ahí el seudónimo de "amazonas".

Conoció el éxito con tan sólo 26 años, cuando en el Salón de pintura y escultura de 1827 presentó "Cristina de Suecia rechazando absolver a su gran escudero Monaldeschi", pieza que anunciaba ya el romanticismo y que fascinó a Stendhal y Alexandre Dumas, entre otros.

La escultora fue también una "auténtica heroína" de la insurrección en 1831 contra Luís Felipe de Orleans, el último rey de Francia, y a favor del duque de Burdeos, designado por el rey Carlos X antes de su abdicación.

"Podemos hablar de una obra completamente militante, en la que la iconografía está íntimamente ligada a su combate por devolver al trono francés a la rama veterana de los Borbones, representada en la duquesa de Berry y su hijo, el duque de Burdeos", explicó Ferlier.

De Fauveau concebió grabados con mensajes codificados y algunas armas de combate, exhibidas en el museo de Orsay, para apoyar el levantamiento contra el duque de Orleans, por lo que fue arrestada durante ocho meses y una vez puesta en libertad, condenada por rebeldía y obligada a abandonar Francia.

"Este alejamiento de París explica el desconocimiento de su obra en Francia y su progresivo olvido en el resto del mundo", aclaró la comisaria.

La elección de Florencia como ciudad de exilio no fue casualidad ya que la artista se sentía muy atraída por el arte italiano del Quattrocento y Cinquecento, así como por la simbología religiosa.

Aunque el compromiso político se mantuvo constante en su trabajo, tras su llegada a la Toscana empezó a dar rienda suelta a su fe cristiana moralizante que, a partir de este momento, "impregnó todo su arte".

La justicia divina de San Miguel, protector de la Francia de la Edad Media y representante de la lucha del bien contra el mal, fue uno de los motivos más recurrentes de su obra.

La pieza "Lámpara de San Miguel" es de las más apreciadas de la exposición por la calidad de su bronce fundido a la cera, la rica paleta de colores empleada y el detallismo de su composición, por ejemplo modelando alas de diferentes tipos de pájaros para cada soldado.

"En esta época se desarrolló enormemente la serialización de obras artísticas, no obstante, De Fauveau, insistió en realizar composiciones individuales e intransferibles", comentó Ferlier.

Entre sus clientes había individuos de toda clase, desde el rey Carlos X, a los ricos aristócratas europeos como el príncipe ruso Anatole Demidoff, pasando por la hija del zar, la duquesa Maria Nikolaevna o familias británicas protestantes como los Lindsay-Crawford.

"Aunque fue una férrea cristiana supo tejer una prestigiosa red de mecenas, sin importarle su confesión religiosa. Por muchas razones, pero especialmente por su calidad artística, Félicie de Fauveau merece este tardía pero indispensable rehabilitación", concluyó la comisaria.

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