Pluhar rescata el "barroco vivo" de Hispanoamérica en "Los pájaros perdidos"

  • Concha Barrigós.

Concha Barrigós.

Madrid, 11 mar.- La música barroca no murió en 1750 con Bach, está "viva" en las estructuras rítmicas y armónicas de Hispanoamérica, integradas en su tejido folclórico, según la "orfebre" Christina Pluhar, una de las más prestigiosas arpistas del mundo, que acaba de editar para demostrarlo "Los pájaros perdidos".

Pluhar (Graz, Austria, 1965) sigue en "Los pájaros perdidos. The South America Project" (Virgin Classics) el pulso de una música que le ha fascinado siempre, según explica en una entrevista con Efe, y a la que ya dedicó en 2006 "Los impossibles", una "cata" en el sonido mexicano.

Ahora su objetivo ha sido mucho más amplio porque recorre estándares de Argentina, Colombia, Venezuela y Paraguay, donde, asegura, ha descubierto, con su conjunto de cámara, L'Arpeggiata, que las armonías tradicionales son "completamente barrocas".

Las cuerdas de América del Sur tienen muy pocas diferencias con sus equivalentes barrocos europeos, lo que se explica porque antes de la colonización española y portuguesa no había instrumentos de esas características en esos países.

El arpa llanera, el cuatro, el bandolín, el charango, la jarana y otros requintos son "descendientes directos" de los instrumentos importados de España y Portugal, como el laúd, la guitarra barroca y el arpa del Renacimiento.

A lo largo de los siglos se han adaptado al canto, las danzas y los ritmos indígenas, con melodías y cantos muy próximos a los modelos barrocos, es decir, han desarrollado un poliritmo suma de las culturas india, española y africana.

"Durante muchos años me ha fascinado esa música. La adoro desde que tengo memoria", asegura Pluhar, que ha hecho su "filigrana" de acordes con el cuatro, la guitarra, maracas y el arpa española.

"Es un sueño poder improvisar con esos instrumentos, que se conjugan 'perfectamente'", afirma la artista, que cuenta con el "exquisito y magnífico regalo" de las voces del "mejor" contratenor de la actualidad, Philippe Jaroussky, y los "excelentes" Lucilla Galeazzi, Vincenzo Capezzuto, Luciana Mancini y Raquel Andueza.

El título del disco, apunta, se debe a que el proyecto empezó a partir de ese título de Astor Piazzolla y luego supo que en esa época la expresión se relacionaba con la libertad, con los inmigrantes que viajaban de un continente a otro.

El repertorio es un muestrario de timbres mezclados, tiernos y nostálgicos pero también enfebrecidos y salvajes, evocación de un folclore picante, acidulado y generoso.

Desde "Duerme negrito" a "Bésame mucho"; de "Alfonsina y el mar" a "Los pájaros perdidos", todos y cada uno de los 20 temas, transparentan la pasión de Pluhar por el mestizaje instrumental, la composición barroca y la tradición Hispanoamericana.

El que da título al CD está cantado por Jaroussky que se acerca a él con un manierismo precioso mientras que Galeazzi y Capezzuto son más naturales y Andueza ("Bésame mucho") equilibra el conjunto.

Instrumentales son el tradicional paraguayo "Isla Sacá", un festival de cuerdas; el "Fandango de Soler", con nuevos arreglos; el joropo "El curruchá" y el charango "Ojito de agua", de una delicadeza alegre e hipnótica.

Pluhar conoce México, donde actuó junto a Jaroussky en el Festival de Guanajuato, y Ecuador y en ambos, asegura, se emocionó por su "extraordinario" público, "tan joven y dinámico", y su alegría de vivir.

"Este trabajo no es una cosa histórica, es más bien un juego personal. Por eso le pedí a Jaroussky que cantara 'muy siglo XX' la pieza de Astor Piazzola, 'Los pájaros perdidos'. Lo que ha hecho es todo un regalo", subraya.

El contratenor francés también interpreta "Duerme negrito", "Ay, este azul", "Como la cigarra" y "Zamba del Chaguanco".

Pero la preferida de Pluhar es el golpe venezolano "Montilla", que canta Luciana Manccini con Vincenzo Capezzuto, porque, afirma, "resume todo lo que buscaba hacer en este disco".

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