Por fin un lleno y orejas para todos en las Fallas

  • Paco Aguado.

Paco Aguado.

Valencia, 16 mar.- Por primera vez en los ocho festejos que van celebrados del abono hoy se llenó la plaza de toros de Valencia, con el cartel de "no hay billetes" en las taquillas, en una tarde que se saldó con una oreja para cada uno de los espadas del cartel.

FICHA DEL FESTEJO: Tres toros de Domingo Hernández, en los primeros lugares, dos de Gracigrande, cuarto y quinto, y un sobrero cinqueño de Núñez del Cuvillo, sustituto de uno de Garcigrande devuelto por flojo, que hizo sexto. Los titulares, justos de presencia y de raza pero de muy buen juego en el último tercio, con nobleza y clase en las embestidas. El sobrero, con genio.

Sebastián Castella: pinchazo y estocada trasera (silencio tras aviso); estocada trasera (oreja).

José María Manzanares: pinchazo recibiendo, estocada y nueve descabellos (silencio tras dos avisos); media estocada muy baja y estocada trasera en la suerte de recibir (oreja).

Alejandro Talavante: estocada tendida y trasera (oreja con petición de la segunda); pinchazo, media tendida y descabello (silencio).

Destacó la brega de Juan José Trujillo con el quinto.

La corrida comenzó con doce minutos de retraso por tardanza de Talavante. En ese tiempo se rindió homenaje al fotógrafo Paco Cano, que recientemente cumplió cien años.

La plaza registró un lleno de "no hay billetes".

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UNA CORRIDA PARA MÁS

Por fin la Fiesta pareció fiesta este mes de marzo en Valencia. Una vez plantadas las fallas, han comenzado los verdaderos días feriados en la ciudad y el público se volcó en las taquillas hasta llenar a rebosar los tendidos del coso de la calle Játiva, al reclamo de uno de los carteles más rematados del abono.

En ese ambiente propicio, con un público con ganas precisamente de fiesta y diversión, se agradeció todo lo que hicieron los toreros, hasta el punto de que Castella, Manzanares y Talavante se fueron de la plaza con una oreja cada uno.

Con todo, la corrida de Domingo Hernández/Garcigrande dio para mucho más que esos tres trofeos pues, aunque algunos toros mansearon y blandearon en los dos primeros tercios, todos se vinieron arriba después de banderillas y ofrecieron embestidas merecedoras de más y mejor toreo del que finalmente se les hizo.

El lote más completo fue el de Sebastian Castella: un primero bravo y a más y un cuarto que planeó con los pitones tras las telas, con una embestida profunda y dulce que, por medida de raza, no exigió mucho esfuerzo a su matador.

El diesto francés estuvo mucho tiempo frente a ambos en sendas faenas en las que amontonó pase tras pase, en series largas pero de muletazos cortos y sin alma, sin apurar tan óptimas condiciones de sus enemigos. La solitaria oreja que cortó supo a demasiado poco para lo que tuvo entre manos.

José María Manzanares estuvo impreciso y destemplado con su primero, tal vez el toro de más vulgar condición del encierro salmantino, aunque no menos manejable.

Se centró algo más con el quinto, otro astado con tendencia a salirse de las suertes pero que se mantuvo embistiendo en el tercio en una faena desigual que el alicantino remató con detalles de calidad y dos estocadas en la suerte de recibir, la primera de muy defectuosa colocación.

La oreja de más peso de la tarde fue la que Alejandro Talavante le cortó al tercero, el toro con bravura más regular del sexteto, mostrada ya en los mecidos lances a pies juntos con que lo recibió el extremeño y en un tercio de quites en el que Castella replicó a su compañero con uno por vibrantes espaldinas, en el que fue su momento más brillante de la tarde.

Talavante le hizo a este toro un trasteo inteligente y suave, en tandas cortas para no apurar demasiado sus fuerzas pero siempre redondeadas con originales y variados remates. Fue una faena tan bien estructurada como vistosa, con temple, facilidad y buen sentido de la medida.

El presidente le negó a Talavante una segunda oreja, la que le hubiera facilitado una salida a hombros que también impidió el sobrero de Núñez del Cuvillo, con un genio que el torero de Badajoz no consiguió aplacar.

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