Raúl del Pozo regresa a su niñez de "forajidos desconocidos" con "El reclamo"

  • Madrid.- Hombres misteriosos, con la barba crecida, chaquetas de cuero y las armas escondidas. Así recuerda Raúl del Pozo a los "maquis", los guerrilleros antifranquistas a los que conoció en su niñez y con los que ha recuperado en "El reclamo" la historia de estos "forajidos desconocidos".

Raúl del Pozo regresa a su niñez de "forajidos desconocidos" con "El reclamo"
Raúl del Pozo regresa a su niñez de "forajidos desconocidos" con "El reclamo"

Madrid.- Hombres misteriosos, con la barba crecida, chaquetas de cuero y las armas escondidas. Así recuerda Raúl del Pozo a los "maquis", los guerrilleros antifranquistas a los que conoció en su niñez y con los que ha recuperado en "El reclamo" la historia de estos "forajidos desconocidos".

"El reclamo", ganadora del Premio Primavera de Novela 2011, es una novela que "huele no a la pólvora actual de los cazadores de los Montes Universales, sino a la pólvora de la historia que pasaba por allí", explica su autor en una entrevista con Efe.

El periodista y escritor Raúl del Pozo ha vuelto a su infancia de Mariana, un pueblo de Cuenca, para narrar "la última resistencia antifranquista", la historia de unos "héroes o forajidos desconocidos, enterrados a deshora".

El autor recuerda que en otros países, como EE.UU., ponen la lista de sus muertos en combate, mientras que los "maquis" en España son "muertos desconocidos", aunque reconoce que la evacuación de los guerrilleros del onceavo Sector de las sierras de Cuenca y Guadalajara, completada sin una sola baja, es sólo "una percha" para la novela, porque la esencia es el paisaje.

Del paisaje de su niñez extrae Del Pozo la parte "autobiográfica" del libro, publicado por Espasa, aunque también conoció personalmente a aquellos "forajidos" que, cuando bajaban al pueblo, regalaban a los niños latas de sardinas y onzas de chocolate.

"A los niños no nos daban miedo; el miedo se lo daban a los padres", dice el escritor sobre los "maquis" y recuerda las advertencias de los padres sobre la necesidad de saber estar callado en su presencia.

En su nostálgico relato, el autor de "Noche de tahures" o "La novia", recuerda que tenía compañeros de escuela cuyos padres estaban en la cárcel o habían sido asesinados, aunque era un tema tabú, sobre "el que no se podía hablar".

En su opinión, la novela aporta a la extensa documentación sobre la Guerra Civil y los "maquis" la idea de superar "esa trinchera eterna, ese río que eternamente nos divide", con la narración de una historia en la que todos "son buenos y malos, todos están metidos en un infierno".

Del Pozo reconoce que tanto en sus crónicas periodísticas diarias, como en su faceta de escritor, huye de las moralejas, consciente de que cuando se escribe historia "no hay que tomar partido".

"Desde luego, los que tienen razón históricamente son los republicanos, porque lucharon por la democracia y la libertad", asegura el escritor, quien, sin embargo, admite que "actos abominables", como ahorcamientos o asesinatos sin juicios, se cometieron en los dos bandos.

Del Pozo reconoce su papel "neutral" en la novela, aunque aclara que "no por oportunismo", y critica el hecho de que los partidos hayan intentado "tapar" esa realidad, ya que en los dos bandos se cometieron "infinidad de barbaridades".

La Memoria Histórica aparece también en "El reclamo" en boca de su protagonista, Julián, un exiliado español que regresa a España para buscar al "Gafitas", antiguo amigo y jefe "maqui", quien alude a la "continua obsesión por buscar los huesos".

Para el escritor es "hermoso" que alguien busque los restos de sus antepasados para darles entierro, una acción "digna de respeto" y con todo "el derecho", aunque Del Pozo considera que con este tema se ha hecho "mucha demagogia, sobreactuación y 'marketing' de partido".

El escritor, que está de acuerdo con "muchas de las políticas" del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, cree que la Ley de Memoria Histórica, que en su origen pudo tener "un afán noble", finalmente "ha dividido".

Entre los personajes reales del libro destaca "Grande", jefe de la agrupación guerrillera de Levante y Aragón, quien murió en 2009, y el propio "Gafitas", incógnita de todo el libro y clave en su final, en el que la traición juega un papel importante.

Pero el verdadero protagonista, el paisaje, es el que da sentido a toda la novela, aunque, según su autor, ni el rumor del río, ni el olor a pólvora del campo sea ya el mismo, en un pueblo ahora más deshabitado y en el que "ya no hay posadas, maquis, ni veredas, sino hoteles de turismo y señoritos que van de vez en cuando a pegar tiros" en las cacerías.

Concha Carrón

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