Sergio de la Pava: La pena de muerte existe, porque la venganza da placer

  • Alfredo Valenzuela.

Alfredo Valenzuela.

Sevilla, 3 may.- El escritor estadounidense de ascendencia colombiana Sergio de la Pava (1971) ha dicho a Efe que la pena de muerte sigue contando con amplio respaldo social, porque "la venganza es una forma de placer", con motivo de la publicación en España de su novela "Una singularidad desnuda" (Pálido Fuego).

La novela llegará a las librerías españolas el lunes, tras haber revolucionado la actualidad literaria estadounidense, haber recibido el Premio Pen a la mejor primera obra y el Believer Book Award, entre otros, y haber cautivado a la crítica, que lo ha comparado con grandes como Thomas Pynchon, David Foster Wallace y William Gaddis.

"Una singularidad desnuda", entre otras cosas, es un alegato contra la pena de muerte, por lo que Sergio de la Pava ha dicho a Efe que "ese placer vengativo" que proporciona ese castigo "es un placer ilegitimo y feo, y como todas las actividades basadas en la crueldad es un remedio que hace más daño que la enfermedad".

Sergio de la Pava ejerce como abogado de oficio en el Tribunal Penal de Nueva York, una actividad de la que no piensa dejar con el éxito literario obtenido: "Por una simple razón, que la necesidad persiste y es la única otra actividad profesional que disfruto".

Como sucede con muchas primeras obras, "Una singularidad desnuda" fue rechazada en Estados Unidos por docenas de editoriales, por lo que, al preguntarle si su próximo libro lo publicará con una de esas editoriales, ha contestado tajante: "No, que ni lo piensen".

Otra tesis de su novela es que la justicia no es igual para ricos que para pobres: "Porque para el pobre nada es igual, todo es injusto; es más, la injusticia es lo que le da raíz a la pobreza. Por esa razón, un pobre buscando justicia es como un paciente con cáncer de pulmón buscando una cura en los cigarrillos."

La perfección y la posibilidad de efectuar un crimen perfecto es el otro tema central de su novela: "La perfección existe, claro, pero probablemente no se puede concentrar en algo limitado como un crimen o un juicio en la manera que uno puede, digamos, llenar un vaso con agua."

Algunas de las mejores páginas de su novela están dedicadas al boxeo y a la generación de boxeadores norteamericanos de los años 80, encabezada por el puertorriqueño Wilfred Benítez y con nombres míticos como Sugar Ray Leonard o Roberto Durán.

Sobre los argumentos en contra de este deporte ha señalado: "Los que están en contra dirán que no debe continuar como deporte; estoy de acuerdo, la verdad es que nunca fue correctamente clasificado como deporte. El boxeo es una manera más honesta de vivir, así que, en vez de acabar con el boxeo, tal vez deberíamos pensar en cómo hacer el boxeo obligatorio para todo el mundo."

A la pregunta de si ha hecho guantes alguna vez, ha respondido que boxeó algo hace años, pero que lo hizo "como un escritor, no como un boxeador".

Sobre por qué ha elegido un personaje tan joven para encarnar a un protagonista tan maduro, valiente, desenvuelto y trabajador como el de su novela -un abogado de 24 años-, ha dicho que "el ser humano tiene más capacidad para la rabia constructiva cuando es joven, y, por lo menos, eso es envidiable".

La única información que sobre Sergio de la Pava ofrecen las solapas de su libro es que "no vive en Brooklyn": "No me interesa ni cinco lo que le interesa o no le interesa al lector. Las palabras están en las páginas, que cada lector haga con ellas lo que quiera."

El editor y traductor de "Una singularidad desnuda", el malagueño José Luis Amores, ha dicho a Efe que esta obra demuestra, "casi científicamente, que la mejor literatura no tiene por qué renunciar al difícil arte de suscitar un amplio abanico de emociones".

Amores, que ha considerado la novela "una obra maestra", lo ha explicado: "La comparo por sus diálogos trepidantes con las mejores obras de William Gaddis; por sus atrevidas fantasías, con las novelas más aguerridas de Thomas Pynchon; por su articulación lingüística, con las obras más festivas de David Foster Wallace; y por su potencia narrativa, con la tradición de los maestros rusos."

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