Triunfal Lamelas y Huertas con corrida infumable en Villarrubia de los Ojos

  • Los diestros Alberto Lamelas y Emilio Huertas salieron triunfadores del festejo celebrado hoy en la localidad ciudadrealeña de Villarrubias de los Ojos, un pobre espectáculo condicionado por el nulo juego de los toros de Peñajara.

Villarrubia de los Ojos (España), 7 sep.- Los diestros Alberto Lamelas y Emilio Huertas salieron triunfadores del festejo celebrado hoy en la localidad ciudadrealeña de Villarrubias de los Ojos, un pobre espectáculo condicionado por el nulo juego de los toros de Peñajara.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Peñajara de Casta Jijona, con cuajo aunque desiguales en cuanto a presentación de pitones, con varios de ellos escobillados. Descastados, con peligro por su falta de recorrido y actitud defensiva, y sin clase alguna en sus medias arrancadas.

Alberto Lamelas, oreja y oreja.

Fernando Tendero, oreja y silencio.

Emilio Huertas, oreja y oreja.

La plaza rozó el lleno.

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GANADO INFUMABLE

Infumable corrida de Peñajara la lidiada en la plaza de toros cubierta de Villarrubia de los Ojos. Los ejemplares de José Rufino evidenciaron una estrepitosa falta de acometividad, de casta brava, y nula clase en sus atisbos de arrancadas, que se quedaban no ya en medias arrancadas, sino en un cuarto, por decir algo.

Con estos mimbres los tres toreros actuantes mostraron disposición y actitud, pero poco más, puesto que realizar el toreo moderno con semejantes dechados de podredumbre brava fue imposible.

A Emilio Huertas le correspondió el menos malo de la tarde, lidiado en sexto lugar. El de Peñajara tuvo cierto recorrido aunque nula clase, pegando tornillazos a mitad de camino y sin humillar en ningún momento. Al igual que en su primero, Huertas estuvo firme, muy bien colocado, dejándole la muleta en la cara, tirando de él, e intentando sacar de donde apenas había.

También destacaron las buenas estocadas cobradas por Alberto Lamelas a su primero y la de Fernando Tendero al quinto de la tarde, cobrada al segundo intento.

El palco, extremadamente generoso, intentó paliar otorgando trofeos el balance del festejo, que en lo artístico fue casi nulo, aunque no así en cuanto al esfuerzo realizado por los toreros ante toros de catadura decimonónica.

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