Un Gallo responsable en una mala tarde de toros

  • Un desastre de corrida hoy en Las Ventas por culpa de los toros, que para mayor abundamiento compartieron protagonismo con un abúlico y desconfiado Julio Aparicio, en una tarde en la que a pesar de todo resplandeció el nombre de un esforzado y solvente Eduardo Gallo.

Juan Miguel Núñez

Madrid, 15 may.- Un desastre de corrida hoy en Las Ventas por culpa de los toros, que para mayor abundamiento compartieron protagonismo con un abúlico y desconfiado Julio Aparicio, en una tarde en la que a pesar de todo resplandeció el nombre de un esforzado y solvente Eduardo Gallo.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de "El Ventorrillo", grandes y bien armados, pero descastados y deslucidos en grado sumo. Corrida imposible en lo que se pudo ver, es decir, el juego intratable de los toros segundo, tercero, quinto y sexto; pues Aparicio no se estrenó con su lote, primero y cuarto, que sin haberse visto fueron aplaudidos en el arrastre más que nada por fastidiar al torero.

Julio Aparicio: pinchazo sin cuadrar, nuevo pinchazo y otro más a paso de banderillas, dos nuevos pinchazos y uno más en la paletilla, y descabello (bronca); y pinchazo, media perpendicular y descabello (bronca).

Curro Díaz: pinchazo y bajonazo (silencio); y estocada habilidosa (silencio).

Eduardo Gallo: pinchazo y estocada (gran ovación); y estocada corta y descabello (silencio tras aviso).

En cuadrillas, el picador José Ney Zambrano protagonizó un gran tercio de varas en el tercero, haciendo la suerte con mucha torería y agarrándose arriba, mientras el toro empujaba, sobre todo en el segundo puyazo. En "la infantería", Ángel Otero colocó dos buenos pares al cuarto.

El ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, que presenció la corrida desde un burladero en el callejón, recibió el brindis de Eduardo Gallo en el tercero.

La plaza rozó el lleno en tarde espléndida.

------------------------

NI LOS TOROS NI APARICIO

Mucha gente importante en la plaza el día del Patrón, con Wert a la cabeza, ministro de la cosa taurina ahora que ya parece una realidad lo del traspaso de competencias de Interior a Cultura. Y en el tendido también la alcaldesa, Ana Botella. San Isidro sin toros no sería fiesta, está claro.

Pero fue precisamente la ganadería de "El Ventorrillo" lo que falló en la función. Un petardo al que acabó sumándose el deseado Aparicio, que regresaba a Las Ventas tras la dramática cogida que sufrió aquí hace ahora dos años, cuando el pitón de un toro le atravesó el cuello saliéndole por la boca.

Fue milagroso que se escapara sin más lesiones que los desgarros musculares de los que se recuperaría un par de meses después.

Hoy se le ha recibido con cariño, en consonancia con el estilo y la categoría del entendido público madrileño. Aparicio ha saludado una gran ovación antes de salir su primero. Pero hasta ahí el fervor. Sus toros y él mismo no han estado por la labor de corresponder.

Imposible estar peor que hoy Aparicio. Su primer toro, muy serio como toda la corrida, grande, peleó con mal estilo en varas. Muleta en mano, Aparicio no lo dudó, desconfiado en las probaturas, salió tocándole las orejas. Por si falta, con la espada, un canto al miedo. Y en el cuarto, más de lo mismo, después de ensayar una tanda a derechas, volvió a inhibirse por completo. Las broncas, dos, de guinness.

Curro Díaz tuvo si cabe menos opciones, pero así y todo se tapó. Pudo sentirse impotente en su redomado manso primero, que se desentendió enseguida de la pelea refugiándose en tablas. Sin embargo, el hecho de ir a buscarle las vueltas ya fue bastante.

Por un momento pareció que iba a servir el quinto, por su prontitud en la forma de tomar el engaño, mas no pasó de los viajes cortos y llevando siempre la cara por las nubes. Repetía, no obstante, frenándose en el centro de la suerte. Se vio en apuros Curro Díaz con el revoltoso animal, otra vez en el refugio de la querencia. Pero al menos dio la cara.

Lo más sobresaliente de la tarde corrió a cargo de Eduardo Gallo, firme y muy dispuesto en su dos toros, y todavía más, muy resolutivo. Lanceó con majeza en el recibo, con tres verónicas y media que hicieron concebir muchas esperanzas de faena. Mas el toro lo truncó todo.

Abrió con mando, dominio y torería, doblándose y echándose el toro por delante en uno de pecho de verdadera categoría. A pesar de los continuos avisos en los intentos por los dos pitones, Gallo le obligó, poniéndose una y otra vez en busca de una faena a todas luces inexistente.

Al sexto, tan violento como los anteriores, lo quiso torear como si fuera bueno, por supuesto sorteando gañafones. Y fue tanto la emoción por el peligro del toro que por la entrega del propio torero.

Mostrar comentarios