Un gran toro de Peña, una faena maciza de Esaú y las genialidades de Conde

  • Un gran toro de Fernando Peña al que Esaú Fernandez toreó con mucha verdad y sentimiento, y una faena de Javier Conde de notables atisbos artísticos ha sido hoy las notas sobresalientes del segundo y último festejo de la Feria de Ajalvir (Madrid).

Juan Miguel Núñez

Ajalvir (Madrid), 29 ene.- Un gran toro de Fernando Peña al que Esaú Fernandez toreó con mucha verdad y sentimiento, y una faena de Javier Conde de notables atisbos artísticos ha sido hoy las notas sobresalientes del segundo y último festejo de la Feria de Ajalvir (Madrid).

FICHA DEL FESTEJO.- Dos toros de Antonio López Gibaja para rejones, que cumplieron, y cuatro en lidia ordinaria de Fernando Peña, de buen juego salvo el reservón primero, y destacando el último, de nombre "Matoncito", un toro extraordinario, premiado con la vuelta al ruedo.

El rejoneador portugués Joao Moura (hijo): pinchazo, medio rejón y dos descabellos (silencio); y pinchazo, medio rejón trasero y tres descabellos (silencio).

Javier Conde: estocada corta atravesada y descabello (silencio), y casi entera (oreja).

Esaú Fernández: media tendida y dos descabellos (oreja); y estocada caída (dos orejas y rabo).

La plaza tuvo media entrada en tarde soleada pero ventosa y muy fría.

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ENTUSIASMO A PESAR DEL FRÍO

Frío intenso como el día anterior, aunque el festejo tuvo cosas muy candentes que hicieron la tarde muy llevadera. Lo más sobresaliente, la gran faena de Esaú Fernández al último toro, al que hay que distinguir también con un punto y aparte por su bravura, clase y duración.

Un toro que en otra plaza de más entidad, taurinamente hablando, es posible que hubiera alcanzado el indulto, que se llegó a pedir.

De entrada el animal puso la emoción y dio mucha importancia a la labor del torero, quien a su vez "se metió" mucho con él para que a la postre la faena resultara maciza, sobre la base del valor y la estética. Muy bien toro y torero.

Esaú entusiasmó con el capote en un exquisito recibo a la verónica de manos bajas, "p'atalante" y capote mecido. Con la muleta destacó el toreo en redondo, en series largas, limpias, ligadas y ajustadas. Y siempre a más. Paseó los máximos trofeos.

En el anterior, un toro con menos recorrido pero de mucha bondad, no terminó de "romper" la faena pese a algunos pasajes sueltos también muy estimables, sobre todo en la distancia corta. Aquí obtuvo el sevillano la primera oreja del festejo.

De Javier Conde, lo primero a destacar, su presencia en el cartel. Un lujo, un torero de su vitola, dándole importancia al festejo y a la historia de la plaza. A partir de ahora se utilizará su nombre como reclamo para traer a Ajalvir a matadores de toros de tan buen marchamo. Eso a pesar de que luego las cosas le salieron sólo a medias.

No dio de sí el primero de su lote, toro gordo, basto y probón. Como tampoco el torero dio el paso adelante. El otro acompañó más, y hubo momentos de palpitante toreo. Más allá incluso de la pinturería y las pinceladas, aunque sin el hilván suficiente, Conde lució al natural la espléndida genialidad de su estilo único.

En primer y tercer lugar, el joven rejoneador Moura cumplió una primera faena irregular y anduvo más centrado en la otra, ajustándose en ésta más en los embroques y clavando arriba y muy reunido. Pero marró en las dos con el rejón de muerte, y en ambas se hizo el silencio.

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