Un presidente protagonista en la vuelta del mexicano "El Pana" a España

  • Un presidente protagonista, en lo negativo por su cicatería a la hora de negar trofeos a Manuel Díaz "El Cordobés" y a Juan José Padilla, enturbió la fiesta taurina de hoy en Cuenca, en la que volvía a España el singular torero mexicano Rodolfo Rodríguez "El Pana", que se fue de vacío.

Francisco Notario

Cuenca, 25 ago.- Un presidente protagonista, en lo negativo por su cicatería a la hora de negar trofeos a Manuel Díaz "El Cordobés" y a Juan José Padilla, enturbió la fiesta taurina de hoy en Cuenca, en la que volvía a España el singular torero mexicano Rodolfo Rodríguez "El Pana", que se fue de vacío.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de José Vázquez, bien presentados, bravos y de muy buen juego. El único que bajó algo la nota fue el quinto.

Rodolfo Rodríguez "El Pana": estocada atravesada (ovación); y media fulminante (vuelta por su cuenta).

Manuel Díaz "El Cordobés": estocada trasera (oreja con petición de la segunda); y estocada (ovación tras fuerte petición de oreja).

Juan José Padilla: estocada y dos descabellos (oreja); y estocada y dos descabellos (aviso y vuelta tras fuerte petición de oreja, y bronca al palco por denegarla).

La plaza tuvo tres cuartos de entrada en tarde calurosa.

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UN GENIO Y DOS ROBOS

El festejo de hoy en Cuenca tenía gran expectación, fundamentalmente, por la figura del singular torero mexicano "El Pana", que a sus 61 años hacía su segundo paseíllo en toda su carrera en España, después de aquel mano a mano con Morante de la Puebla en la madrileña plaza de Vistalegre en 2008.

Pero al final, el protagonismo, por desgracia, no estuvo en el ruedo sino en el palco, donde un presidente que en la víspera se lió a dar orejas sin ton ni son, sin embargo, hoy quiso erigirse en protagonista robándole la Puerta Grande tanto al Cordobés como a Padilla.

El Pana puso de manifiesto su arrolladora personalidad ya desde el paseíllo, el que hizo ataviado a la mexicana y fumándose un puro más grande que el estaquillador de la muleta.

Ya con el toro frente a frente el veterano torero mexicano estuvo más en lo preparativos y en lo ceremonioso de su particular toreo, siempre acompasando las embestidas, despegado y siempre al hilo, pero gustándose en la interpretación, sobre todo en los ayudados por alto, en los molinetes y en otros pases de invención propia. Saludó una ovación.

En el cuarto, más de lo mismo. Una faena personal y singular de este genio y figura del toreo azteca, mas en lo artístico poco o nada pudo destacarse. Eso si, la vuelta al ruedo por su cuenta que se pegó fue de traca.

"El Cordobés" sorprendió a todos manejando el capote en su primero, con muy buenas verónicas en el recibo, y en posterior quite por chicuelinas.

Limpio y muy templado toreó de muleta en el centro del ruedo a un buen toro de José Vázquez en una faena de menos a más, en la que estuvo sensacional El Cordobés en todo momento, tanto en el toreo fundamental como en lo accesorio de sus consabidos "ranazos" finales.

Le pidieron con fuerza la segunda oreja, y aquí el presidente ya empezó a dar la nota.

El quinto, el garbanzo negro de la corrida, se vino abajo enseguida, y aquí El Cordobés tuvo que tirar se carisma y empatía para solventar la situación en una labor planteada en la solanera, donde las peñas acogen con agrado todo lo que pasa, y trufada con todo tipo de desplantes y guiños.

Hubo fuerte petición de oreja que el usía de nuevo desatendió, provocando el enfado general y en un torero que lo había dado todo en el ruedo y que estuvo francamente bien toda la tarde.

Padilla recibió a sus dos toros de larga cambiada en el tercio y en ambos brilló además en banderillas.

A su primero le instrumentó una faena correcta de muchos pases en los que primó la cantidad sobre la calidad, pero que le valió para pasear un apéndice.

El enfado total llegó en el sexto, un cinqueño imponente de 612 kilos, con el que Padilla llevó a cabo una labor muy vibrante, con pasajes interesantes sobre ambas manos. Y aquí llegó la tercera pifia del presidente, negándole el trofeo que le hubiera supuesto la Puerta Grande.

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