Un primer vistazo a la nueva sede del Whitney

  • No se puede decir que la nueva sede del museo Whitney de Nueva York abrió sus puertas a la prensa, porque todavía no han sido instaladas, pero, un año antes de su apertura, la famosa institución presentó entre andamios y cascos de obra las muestras que llenarán el próximo año este edificio de Renzo Piano.

Mateo Sancho Cardiel

Nueva York, 2 may.- No se puede decir que la nueva sede del museo Whitney de Nueva York abrió sus puertas a la prensa, porque todavía no han sido instaladas, pero, un año antes de su apertura, la famosa institución presentó entre andamios y cascos de obra las muestras que llenarán el próximo año este edificio de Renzo Piano.

Triplicando la superficie para la colección permanente del museo, dedicado en exclusiva al arte estadounidense, y coronando la nueva arquitectura neoyorquina que se arremolina alrededor de las populares vías del parque High Line, destacan ya las asimetrías, los ventanales y enormes planchas de acero pintado de blanco de este edificio que en 2008 le fue encargado al arquitecto genovés.

"El museo es una idea, no un lugar. Tenemos que ir adonde demos el mejor espacio para el arte y los artistas", aseguró el director del museo, Adam D. Weinberg, quien manifestó que ya siente "el arte en el edificio, incluso antes de que cuelguen cuadros en él" y quien comenzó así la despedida del edificio de la avenida Madison que, desde 1966, se convirtió en su símbolo en el Upper East Side.

Las cifras del nuevo edificio (el cuarto que ocupan, pues comenzaron en la avenida A y luego se mudaron a la calle 54, al lado del MoMA) hablan por sí mismas.

20.500 metros cuadrados de superficie total, 4.600 de ellos para galerías internas y 1.200 para terrazas que también expondrán esculturas e instalaciones. Ocho plantas no solo para acoger muestras, sino para centros educativos, conservación, biblioteca, oficinas, cine e incluso una dedicada exclusivamente a las performances.

"Elegimos a Renzo Piano porque antepone al arte y a las personas en su proyecto", recordó Weinberg, y la comisaria Barbara Haskell añadió que este edifico "está mucho más integrado en la ciudad", pues a través de su juego de cristales ofrece vistas no solo al High Line, sino al Empire State y al río Hudson, donde un parque acabará sustituyendo a la nave industrial que ahora obstruye levemente la vista.

Gigantescas salas diáfanas, flexibles según las necesidades de cada exposición, el estudio de la luz natural que caracteriza a Piano, planchas de acero movibles, un exterior que interactuará con la luz del sol y un recibidor estelar acristalado y con techo irregular que se convertirá en un espacio de disfrute público y gratuito rematado con un restaurante del chef Danny Meyer.

Pero, sobre todo, el arte podrá verse de otra manera. "Recolocando toda nuestra colección y explorando nuestro almacén todos hemos visto la colección permanente, que es nuestro ADN, de una manera sorprendente y refrescante, y así también la verá el visitante", aseguró Weinberg. "Es casi una vergüenza, un escándalo que tuviéramos tantos cuadros en el almacén", añadió en tono de humor Haskell.

La comisaria jefe, Donna de Salvo, definió esta gran mudanza como "un cambio de juego, un momento histórico" para la institución que fue creada en 1918 por la millonaria Gertrude Vanderbilt Whitney bajo el nombre de Whitney Studio Club, y que se despedirá de su anterior sede con una esperada muestra monográfica de Jeff Koons.

Para inaugurar la nueva sede en la próxima primavera, aún sin fecha concreta, el Whitney se limitará a recolocar toda su colección en las inmensas galerías, de manera cronológica ("nuestra colección es Historia del Arte pero también es un compromiso con el arte de hoy", dijo el director del museo) y, además de rescatando muchas obras del almacén, ampliando el material contextual de cada obra.

"Habrá muchos cuadros icónicos y otros que no conoceréis tanto", explicó De Salvo, mientras repasaba a Edward Hopper, Georgia O'Keeffe, Willem De Kooning, Andy Warhol o Cindy Sherman.

Ya en septiembre del año próximo, llegarán las primeras exposiciones temporales, que arrancarán con el modernista de la era del jazz Archibald Motley; con Frank Stella, uno de los artistas estadounidenses vivos más reputados, y con una muestra de la colección Westreich/Wagner.

Ya para la primavera de 2016, llegarán David Wojnarowicz, directo desde el East Village, el trabajo de la artista periodista y cineasta Laura Poitras, que tomará el pulso político de la nueva era del Whitney, y la primera edición de la famosa bienal de arte contemporáneo de este museo bajo los techos y sobre las terrazas de Renzo Piano que, haciendo una excepción debido al traslado, se celebrará un año más tarde, en 2017.

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