"Una casa en Córcega", un viaje interior que nunca rodaría Angelina Jolie

  • Alicia G. Arribas.

Alicia G. Arribas.

Madrid, 13 ago.- El director de cine belga Pierre Duculot, que debuta en el largometraje con "Una casa en Córcega", sostiene que no imagina a Angelina Jolie en el papel protagonista, una muchacha que decide romper con las rutinas que le oprimen cuando hereda una casa de su abuela "en el culo del mundo".

Y lo dice porque ésta es una película "muy poco americana". "El hecho de que se haya rodado con poco dinero impone unas opciones que a mí no me molestan, porque me horrorizan las cámaras que se mueven solo por moverse. Y no sé si la manera esa de cortar los planos, tan americana, es necesaria; diría, para resumir, que no veo esta película con Angelina Jolie", afirma el director.

Duculot se encuentra hoy en Madrid para hablar de su primera película, un drama que se estrena mañana en España y que cuenta una historia a caballo entre Charleroi (Bélgica) y las montañas de la isla de Córcega.

Tiene a Christelle Cornil (Christine) y Françoise Vincentelli (el pastor de cabras Pascal) como protagonistas; belgas los dos, aunque Vincentelli, que, por cierto, trabajó con Angelina Jolie en "El turista", es de origen corso.

"Au cul du loup" (En el culo del mundo) es el título original de esta cinta que se mueve, sin apenas planos cortos, en la más profunda intimidad de una mujer que busca sus raíces, mientras se duele por la muerte de su abuela, una inmigrante italiana que como muchos otros, viajó de Córcega a Bélgica poco después de la Gran Guerra.

"Mucha gente tiene ganas de cambiar, de salir de su vida rutinaria, pero no se atreve, prefiere aguantar con su vida anodina en vez de atreverse y dar ese paso. Es la insatisfacción contra la conformidad; no sé si la elección de Christine es la adecuada, pero creo que debe intentarlo", explica el director en una entrevista con Efe.

Christine tiene 30 años, una familia, un trabajo de camarera que no le gusta y un novio que la quiere, pero nunca toma decisiones sobre su vida ni se plantea si quiere o no vivir como vive.

Cuando muere su abuela, a la que está muy unida, le deja en herencia una vieja propiedad en medio de las montañas de Córcega de la que nadie en la familia ha oído hablar y decide ver qué tiene la casa para que su abuela haya decidido dejársela en herencia.

La isla, situada al norte del Mediterráneo occidental, es mucho más conocida por su turismo de playas, pero eso, precisamente, es lo que menos le interesa a su director.

Lo que le encanta, dice, es "la fotogenia" de Córcega y el hecho de que sea "una montaña metida en el mar", un mar que se intuye, pero que nunca aparece en la cinta.

"Charleroi es donde yo vivo, es el prototipo de la ciudad industrial europea, una ciudad que ha sido inmensamente rica, y hoy es una de las más pobres. La gente que vive allí no ve más allá del gris, están estancados. Por eso, mi protagonista se siente tan pequeña en ese increíble paisaje que es Córcega", señala.

El belga no es ningún recién llegado al mundo del cine. Profesor y periodista cinematográfico, productor sobre todo de documentales, que también dirige, y programador de festivales de cine, Duculot afirma que necesitaba meterse en la ficción: "Es como darme vacaciones", dice sonriente este hombre tímido, que pasa desapercibido en el verano tórrido de Madrid.

"Ayer cené en un restaurante estupendo, y el ver cómo varias parejas a mi alrededor se dedicaban a chatear con sus móviles me dejó pensando. No estoy en contra de la tecnología, uso internet -explica-, pero creo que se está convirtiendo en algo terriblemente invasivo".

Por eso, quizá, "Una casa en Córcega" es un canto a la naturaleza, al regreso del hombre a las cosas simples; a la pureza de la vida, a la soledad y a la introspección como posibilidad y disfrute del ser humano, a través de planos muy realistas y nada grandilocuentes, salvo por los increíbles paisajes de la isla.

También es una crítica a "cómo nos está yendo, cómo es hoy la sociedad", dice Duculot, y sobre lo difícil que es para cada uno encontrar su lugar el mundo. Aunque sea en el culo del mundo.

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