Urdiales corta una oreja en una gris inauguración de la Semana Grande

San Sebastián.- El diestro Diego Urdiales cortó una oreja en la corrida que inauguró hoy la Semana Grande taurina en San Sebastián, festejo gris sobre todo por la escasa capacidad de los toreros.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Vellosino, grandones y, aunque faltos raza y también justos de fuerzas, noblotes y manejables. Los mejores, segundo, cuarto y sexto; los otros tres, más deslucidos.

Diego Urdiales: cuatro pinchazos y descabello (silencio); y estocada (oreja).

César Jiménez: cuatro pinchazos y tres descabellos (silencio tras dos avisos); y dos pinchazos y bajonazo (silencio).

Iván Fandiño: estocada algo trasera y ligeramente desprendida (ovación); y estocada trasera y descabello (ovación).

En cuadrillas, saludaron montera en mano, Roberto Martín "Jarocho" en el tercero, Víctor García "El Víctor" y Juan Carlos Tirado en el cuarto.

La plaza tuvo un tercio de entrada en tarde gris, con la capota ya arreglada (el año pasado no funcionó, y la atmósfera dentro del recinto se hizo irrespirable) y descubierta. Temperatura ideal en los tendidos, aunque, sin sol, faltó colorido al espectáculo.

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CORRIDA SIN FONDO, PERO APROVECHABLE

San Sebastián languidece en el aspecto taurino. Con una esplendorosa tradición interrumpida durante un cuarto de siglo tras el derribo en 1973 de la vieja plaza del Chofre, no ha dado tiempo a consolidar el hábito de ir a los toros en Semana Grande en los trece años que lleva funcionando el nuevo coso de Illumbe.

Son muy escasos los alicientes que se pueden ofrecer de ganaderías y toreros, y el cartel de hoy es buena muestra. Así que a los donostiarras parece que les cuesta acudir a un lugar ideado en principio como plaza de toros pero que puede resultar más rentable al ser utilizado para otras actividades.

Lo cierto es que la corrida de hoy, como el tiempo, resultó gris, plomiza y pesada.

Una corrida mastodóntica, apagada y sin fondo por lo que al ganado se refiere, aunque hubo tres astados con ciertas posibilidades de haber andado los toreros más resueltos e inspirados.

Al final la oreja que cortó Urdiales al cuarto no es para tener en cuenta teniendo en cuenta que aportó más el toro que el torero, que no fue capaz de ir más allá de las cosas sueltas, en definitiva, sin estructurar faena. Le costaba al toro humillar, sin embargo, desplazándose largo y con nobleza, ésta última característica prácticamente generalizada en los seis.

Urdiales pegó pases, pero de forma mecánica, y en ocasiones con innecesarias violencias, señal de desconfianza. Con más valor hubiera templado más. Quede claro que la respuesta del toro fue siempre buena, y la faena no tuvo tan buen aire.

En el que abrió plaza, sin apenas fuelle, hubo voluntad por parte de Urdiales, no obstante, sin llegar a redondear.

La faena de la tarde la firmó Jiménez en el segundo, un toro con tanta calidad como pocas fuerzas. El hombre se acopló a las nobles embestidas sin forzar lo más mínimo, acompañando más que sometiendo. Hubo pasajes de especial gusto, y con mucho encaje. Pero con la espada fue un desastre, y lo que debió ser una oreja con fuerza quedó en un despiadado silencio después de haber estado a punto de escuchar el tercer aviso.

En el quinto, cortito de embestida y sin repetición, Jiménez endilgó medios y espaciados pases a las medias arrancadas.

Fandiño tropezó con un primer astado manso y cobardón, con el quiso justificarse a base de ganas, pero sin llegar a nada. Sólo funcionó la espada.

Y con el sexto, toro que "sirvió" mucho aunque yendo a menos, hubo momentos de notable acople, intercalados con otros de toreo muy deslavazado. Fandiño estuvo dispuesto, pero escasamente resuelto.