Sus amigas, sus familiares, todos los que compartieron algún momento de los 33 años de la vida de Silvia García Simán no han podido olvidar el horror vivido el 5 de enero de 2016.
Un cobarde que se quiso apropiar de la vida de Silvia se la arrebató a todos los que la amaban, por puro egoísmo criminal, a puñaladas.
De nada sirvió que estuviera robando su madre a una criatura de 5 años, ni que estuviera a punto de llegar la Noche de Reyes. El odio y la cobardía no tienen vergüenza ni asomo de humanidad.
En la Calle del arroyo Berbellido, en Galápagos (Guadalajara), se extendió una sombra de tristeza entre aquellos vecinos y amigos de Silvia que nunca podrán comprender qué alimaña pudo asesinarla.
Aquellos que la quisieron y la siguen queriendo mantienen lazos negros en sus perfiles de las redes sociales varios meses después, cuando se escriben estas líneas. No pueden olvidar, no quieren olvidar a una mujer que era sonrisas y cariño, amiga de sus amigas.
Nadie, ninguno de los que lloran a Silvia han puesto el nombre de su asesino en ningún muro, ni siquiera para insultarlo. No lo merece.
Nos queda pensar en la hija que Silvia no podrá cuidar, ni abrazar, ni llevar al zoo, ni cubrir de besos... Presumía de ella en cada una de sus fotos en Facebook, orgullosa de su mirada limpia y su sonrisa inocente.
De todo ello le hablarán sus abuelos en Serranillos (Madrid), de donde era natural Silvia y donde viven ahora..
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que lainformacion.com restringirá la posibilidad de dejar comentarios