Según el Creaf, el capítulo sobre el reto de gestionar la calidad del aire en las urbes elogia las políticas adoptadas por la capital catalana por potenciar el espacio verde, de manera que no solo han mejorado la calidad del aire sino también ayudan a la mitigación y la adaptación del cambio climático.
En concreto, Barcelona tenía en 2008 un 36,8% de zonas verdes con 153.00 árboles en las calles, lo que supone el doble que 30 años antes, y se ha ido aumentando hasta llegar a 235.000 en 2017, además de que el Plan director de arbolado 2017-2037 prevé introducir especies más variadas y preparadas ante el cambio climático.
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