Cafetaleros de Centroamérica aprenden a convivir con el cambio climático

  • "Hasta hace poco yo no me creía mucho lo del cambio climático, hoy es claro", afirma Adrián Hernández, un productor de café de Costa Rica que ha tenido que luchar para salvar su explotación y evitar la ruina tras una sequía histórica en 2015.

"Nunca en los 23 años que tengo de manejar esta finca hemos tenido un invierno sin lluvia", explica a la AFP en la finca Altamira, en Barva de Heredia, unos 17 km al norte de San José.

La falta de lluvias le ha ayudado a controlar la roya, un hongo que desde hace tres años azota los cafetales de Centroamérica y que se expande rápidamente en condiciones de mucha humedad y calor.

Sin embargo, la sequía estuvo a punto de provocar un nuevo desastre, ya que la falta de agua reduce la floración de la planta y en consecuencia la cosecha.

"Es muy duro mantenerse en la actividad, hemos tenido que aumentar las aplicaciones de fungicida de una a tres por año. Y si no hay lluvias, pagar altas facturas por riego artificial, al final casi se trabaja al costo", apunta.

En Centroamérica el cambio climático provoca eventos cada vez más extremos: depresiones, huracanes, lluvias intensas y sequías que afectan la agricultura, señala la bióloga Rocío Córdoba, coordinadora regional de la Unidad de Medios de Vida y Cambio Climático de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

"Vemos señales de que el clima está cambiando... Antes los campesinos, cuando sembraban, lo hacían alineados a los meses del año. Ya esa alineación no existe, las lluvias de mayo empiezan más tarde, y los períodos de canícula ya no calzan con los períodos a los que estamos acostumbrados", dice Córdoba a la AFP.

La palabra clave para esta experta es "adaptación" al cambio climático, que empieza por una adecuada gestión del agua.

Miles de productores costarricenses y del resto de Centroamérica no encuentran salida a la doble crisis causada por la sequía y la roya.

El hongo apareció en la región en 2012 y en dos años se extendió hasta afectar un 60% de las plantaciones, la sequía ha afectado Centroamérica en los dos últimos años, con particular gravedad en la región del Pacífico.

"Ante la agresividad de la roya y ahora la sequía hay muchos caficultores que han abandonado sus plantaciones, algunos piensan vender sus propiedades por parcelas", señala Francisco Ayala, un cafetalero de la sierra Tecapa Chinameca, en el este de El Salvador.

El panorama, de por sí complicado, oscurece con los informes sobre los precios internacionales del producto, que según Promecafe -una red de organismos cafetaleros de Latinoamérica y entidades científicas internacionales- se ubican por debajo de los costos de producción.

El último reporte de la Organización Internacional de Café (OIC), de agosto, ubica el precio promedio en 1,21 dólares la libra.

En tales condiciones, enfrentados a problemas para garantizar su propia subsistencia, difícilmente los productores podrían invertir para apuntalar sus fincas.

El café es uno de los principales productos de exportación agrícola de Centroamérica (entre 3,5% y 6% de las ventas totales al exterior) y da empleo a cerca de 2 millones de personas, en su mayoría trabajadores estacionarios.

Pero la actividad ha venido decayendo: entre 2012 y 2014, las ventas totales de la región descendieron de 16,7 millones a 13,8 millones de quintales (sacos de 46 kilos) a causa de la roya, según informes de entidades gremiales y estatales.

Los gobiernos del istmo han creado fideicomisos, aprobado préstamos y subsidios y otorgado asistencia técnica a los cafetaleros.

"Eso ayuda, pero hay que entender que para enfrentar el cambio climático se deben manejar los cafetales de manera diferente a como siempre se ha hecho", explica a la AFP el ingeniero agrícola Ricardo Rodríguez, del Instituto del Café de Costa Rica (Icafe).

"Hay que controlar y renovar para tener plantas en condiciones óptimas de producción, hemos descuidado eso", admite el experto.

Adrián Hernández dice haberlo entendido y es la razón por la que sigue capeando las dificultades.

"Este año he efectuado dos aplicaciones de fungicida y ya casi aplico otra porque es la única manera de controlar la roya, mientras tanto estoy probando con otras variedades, más resistentes" a la enfermedad, explica.

Variedades como el Obatá de Brasil y el Geisha, originario de Etiopía, han empezado a reemplazar paulatinamente los arbustos de Caturra y Catuai que dominan en la finca de Hernández.

Sin embargo, el reemplazo de cafetales es un proceso lento y costoso que no todos los productores de Centroamérica podrán afrontar, apunta Rodríguez, lo que plantea a los gobiernos y organismos internacionales la urgencia de fortalecer su apoyo.

on/nn/ra/pc

Mostrar comentarios