Canciller egipcio dice que intervención militar era única salida para Egipto

  • El ministro egipcio de Exteriores, Nabil Fahmi, reconoció hoy que la destitución del presidente islamista Mohamed Mursi por los militares no fue "normal" y que entiende las reticencias ante la intervención del Ejército, pero defendió que era la única forma que tenía el pueblo de que se cumpliese su voluntad.

Enrique Rubio

El Cairo, 5 oct.- El ministro egipcio de Exteriores, Nabil Fahmi, reconoció hoy que la destitución del presidente islamista Mohamed Mursi por los militares no fue "normal" y que entiende las reticencias ante la intervención del Ejército, pero defendió que era la única forma que tenía el pueblo de que se cumpliese su voluntad.

En una entrevista con medios internacionales, entre ellos Efe, Fahmi consideró que los egipcios que salieron a las calles el pasado 30 de junio para pedir la salida de Mursi no lo hicieron por la ineficacia de su gobierno, sino porque se estaba definiendo el "futuro rostro de Egipto".

"En cualquier país del mundo, cambiar dos veces de presidente en tan poco tiempo es algo excepcional. No es la forma normal de hacer las cosas", admitió Fahmi, al tiempo que justificó que la ausencia de canales políticos, como una moción de censura, empujó a los egipcios a tomar la calle.

Una vez que el pueblo -según Fahmi- dejó clara su voluntad en masivas protestas, las Fuerzas Armadas se vieron compelidas a intervenir para evitar un baño de sangre.

El 3 de julio, el jefe del Ejército, Abdel Fatah al Sisi, anunció, rodeado de líderes religiosos y políticos, la destitución de Mursi y la suspensión de la Constitución.

"Entiendo la sensibilidad internacional ante la intervención del Ejército en política, especialmente en América Latina, por su historia. Si hubiese habido otra opción, habría preferido que fuesen civiles", confesó.

Pese a ello, reiteró que al pueblo egipcio ya no le quedaban recursos para forzar la marcha de Mursi, y recordó que su antecesor Hosni Mubarak también fue depuesto por los generales en 2011, pero que en aquella ocasión nadie lo consideró un golpe de Estado.

Para Fahmi, el mayor desafío que afronta Egipto llegará en los próximos dos meses, cuando deba completarse y aprobarse en referéndum la nueva Constitución, que sentará el marco de referencia para la creación de instituciones democráticas.

Un comité de 50 miembros de la sociedad civil, presidido por el veterano político nacionalista Amro Musa, está reformando la actual Carta Magna, que fue elaborada por una Asamblea Constituyente dominada por los Hermanos Musulmanes.

Sobre la infrarrepresentación de los islamistas en este nuevo comité, Fahmi opinó que sus ideas "ya están recogidas en el texto actual que se está enmendando" y que la cofradía eligió quedarse al margen del proceso.

El ministro adelantó que la nueva Constitución apunta hacia un sistema en el que el presidente tenga menos poderes que hasta ahora, y que, en cambio, el jefe de gobierno verá aumentar sus atribuciones.

El Gobierno egipcio, inmerso en una campaña de represión contra los Hermanos Musulmanes, apuesta por continuar "confrontando a los terroristas utilizando herramientas legales", aunque al mismo tiempo aboga por una reconciliación que hasta el momento no parece haber dado frutos.

En esta "guerra contra el terrorismo", como la califican las autoridades egipcias, han muerto unas mil personas, especialmente en el desalojo en agosto pasado de las plazas cairotas de Rabaa al Adauiya y Al Nahda.

"Si tienes grandes áreas de la capital bloqueadas durante cuatro o cinco semanas, cualquier país del mundo habría intervenido", defendió Fahmi, quien acusó a los islamistas de incendiar hospitales, museos e iglesias: "Eso no eran manifestaciones, sino intentos de propagar la violencia", dijo.

Asimismo, garantizó que Mursi, en paradero desconocido desde su destitución, ha tenido acceso a sus abogados y que su situación se conocerá cuando lo decida el fiscal general.

En la entrevista, el ministro dejó clara su intención de "reposicionar" la política exterior de Egipto, de forma que se guíe por sus intereses nacionales "y no por la ideología, como sucedió bajo Mursi".

Egipto se enfrenta a una severa crisis económica, pero recientemente ha anunciado su renuncia a un importante préstamo de 4.800 millones de dólares por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Fahmi fue franco al abordar las razones: "Ahora no queremos un acuerdo con el FMI. Este implicaría lidiar con recortes a los subsidios de combustible, alimentos... Es algo que no podríamos permitirnos políticamente, así que no sería lógico hacerlo ahora".

Esa cantidad que habría aportado el FMI será compensada por los bolsillos de los reinos del Golfo Pérsico, porque son "de nuestra misma familia", según Fahmi, que no aventuró si esta generosidad implicará una mayor aproximación política a su esfera de influencia.

Al respecto de Irán, consideró que las primeras señales emitidas por su nuevo presidente, Hasan Rohaní, son positivas, aunque Egipto determinará su relación con este país a la luz de las acciones de Teherán.

"La relación con Irán debe tratar sobre asuntos sustantivos, no sobre simbolismos, como en la etapa de Mursi. El anterior gobierno cayó en muchas contradicciones con Irán, nosotros tendremos menos", aseguró.

Mientras, auguró que se verá progresivamente una relación normal con Israel, país con el que Egipto cooperará para impulsar las negociaciones de paz con los palestinos.

Y en el giro que pretende dar a la política exterior de su país, Fahmi mostró un gran interés por los países de América Latina, con quienes pretende reforzar, ante todo, la cooperación económica y cultural.

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