Condicionados por un mal parto

  • El parto es determinante para el ser humano porque, cuando uno "nace mal", por falta de oxígeno o por una presión excesiva en el cráneo, mueren de forma instantánea un gran porcentaje de neuronas, lo que condicionará las capacidades intelectuales y físicas de esa persona para el resto de su vida.

Almudena Domenech

Madrid, 08 sep.- El parto es determinante para el ser humano porque, cuando uno "nace mal", por falta de oxígeno o por una presión excesiva en el cráneo, mueren de forma instantánea un gran porcentaje de neuronas, lo que condicionará las capacidades intelectuales y físicas de esa persona para el resto de su vida.

Como ha explicado a Efe el doctor Carlos Gardeta, director de Institutos Fay para la Estimulación Multisensorial, "todos somos de alguna manera lesionados cerebrales" tras la dura experiencia de abandonar el tierno y cálido seno materno y enfrentarnos entre lágrimas a la realidad de un nuevo mundo.

Cuando se nace, cada uno trae consigo el número de neuronas de las que dispondrá para toda su vida, aproximadamente unos cien mil millones, que se encargarán de trasmitir unas a otras, hasta llegar al cerebro, la información requerida para actuar y tomar decisiones.

Pero "cuando esa cadena se rompe" se genera una "muerte masiva" de neuronas, como ocurre en los alumbramientos dificultosos, que puede causar coma, parálisis cerebral, hemiplejia, tetraplejia, hidrocefalia, retraso psicomotor, autismo, hiperactividad, dislexia, trastornos del lenguaje, de adaptación, problemas de aprendizaje o retraso escolar, entre otros muchos problemas.

El niño, según Gardeta, conoce el mundo a través de sus ojos, de sus oídos, de sus manos y pies, y si algo falla en su cerebro, por mínimo que sea, provocando una desorganización neurológica, "se produce un desajuste entre su edad biológica y la cerebral".

Muchos de los casos de lesión cerebral grave tienen como origen el sufrimiento fetal, como se constata en Institutos Fay, donde un grupo de profesionales -médicos, psicólogos, pedagogos, trabajadores sociales y fisioterapeutas- intentan reconstruir esos daños.

De hecho, el 96% de las lesiones cerebrales graves que no tienen causa genética ni se deben a una infección se producen como consecuencia de un alumbramiento traumático, y se estima que un tercio de los recién nacidos sufre derrame cerebral.

Las propias dificultades del bebé para salir del vientre de su madre, porque el proceso fisiológico del nacimiento es muy complejo, el uso inadecuado de fórceps y ventosas, las cada vez más numerosas cesáreas tardías o el abuso de las anestesias son algunos de los factores que pueden someter al bebe a anoxia y a padecer traumatismos en un cráneo todavía en proceso de formación.

"El metabolismo cerebral es potentísimo y necesita mucho oxígeno, su falta en el momento del parto supone la muerte de muchas neuronas", ha descrito el psicólogo, quien ha precisado que esta situación puede ser de carácter leve y pasar desapercibida, aunque terminará por manifestarse.

Gardeta ha explicado que, al interpretar erróneamente el cerebro la información que recibe a través de los sentidos, se bloquean las capacidades del pequeño.

Durante mucho tiempo se pensó que no era posible curar las lesiones cerebrales, pero investigaciones recientes han revelado que existe una cantidad muy alta de neuronas sanas que, con la estimulación adecuada, pueden llegar a especializarse en las funciones de aquellas que fallecieron.

La ciencia ha demostrado que el ser humano está utilizando un porcentaje escasísimo de la capacidad de su cerebro, cuyas habilidades y posibilidades aún están por descubrir.

El doctor ha relatado que comenzó a investigar "desesperadamente" sobre todas estas cuestiones tras nacer su segundo hijo, lesionado cerebral grave, y conoció entonces las teorías del neurólogo y neurocirujano estadounidense Temple Fay.

El sistema que emplea consiste en reestimular las áreas del cerebro no afectadas para que asuman las funciones de las que han sufrido la lesión.

La razón por la cual un niño o un adulto no puede realizar determinadas actuaciones o lo hace de manera imperfecta es que existe desorganización entre los niveles cerebrales encargados de llevarlas a cabo, ha pormenorizado el experto.

Gardeta sostiene que estas funciones pueden restablecerse porque el organismo humano está caracterizado por la "duplicidad de recursos", más fáciles de desarrollar en las primeras etapas de la vida por la plasticidad del cerebro.

Así, un niño con una lesión cerebral posee en su interior todavía la función motora, aunque en forma caótica, y "lo que se requiere son técnicas y métodos que le permitan organizar su cerebro para que desarrolle correctamente las funciones para las que fue diseñado".

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