A la espera de la OMS

Esperando el virus en España: protocolo obsoleto... y las mascarillas "agotadas"

Unidad aislamiento Gómez Ulla Coronavirus
Unidad aislamiento Gómez Ulla Coronavirus
EFE

"Puedo confirmarles que todo está a punto". Las palabras del consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruíz Escudero, sonaban contundentes hace menos de un mes, justo antes de que los repatriados de Wuhan aterrizasen en la planta 17 del Hospital Gómez Ulla donde pasaron una cuarentena bajo el ojo atento de un comité de expertos. Ahora, el 'batallón' de especialistas pisa un suelo menos firme. Con la sombra de Italia llamando a la puerta, la Consejería rechaza hacer declaraciones hasta que la OMS le marque el camino: "Es posible que los protocolos previstos se redefinan... todo depende del análisis de las autoridades internacionales sobre el brote", confiesan a La Información. Por su parte, la OMS lo tiene claro: no se puede descartar ningún escenario, ni siquiera el de una pandemia.

Cuando China parecía estrechar el cerco sobre el Covid-19, los casos se han disparado en Italia, donde ya se han superado los 200 positivos, lo que ha reactivado la alerta internacional y obligado a repensar el 'modus operandi' de los centros españoles. "El Ministerio de Sanidad es el que extiende el protocolo a las CCAA y estas a los directores de los centros, tanto hospitales como de atención primaria, también a las instituciones privadas", explica a este diario el doctor José María Rivera, especialista de Medicina Preventiva del Hospital la Luz. Pese a sus mensajes de calma, para dar un paso al frente, la cartera que encabeza Salvador Illa tiene que esperar la luz verde internacional.

Mientras tanto, en provincias como Salamanca, Ávila o Málaga se han descartado más de un centenar de posibles casos de coronavirus, mientras que varios hospitales están a la espera del diagnóstico de pacientes bajo sospecha. En Segovia, una trabajadora de una aerolínea permanece aislada en casa por precaución. "La alarma incontrolada puede colapsar las listas de espera", advierte Rivera, quien apunta a que la clave del diagnóstico precoz reside en la epidemiología -con quién ha estado en contacto cada paciente- porque "quién no presenta síntomas de una enfermedad respiratoria en estas fechas". El miedo va un paso por delante allá donde el coronavirus deja huella. La plantilla del servicio de Urgencias del Gómez Ulla comenta que, en el tiempo en que 'los veinte de Wuhan' permanecieron en cuarentena, "las salas de espera estaban mucho menos llenas".

El centro de Carabanchel es uno de los ocho hospitales de referencia en el tratamiento de enfermedades infecciosas que existen en España. Además, es sobradamente conocido por sus trajes NBQ, vestimenta de prevención ante agentes químicos y biológicos. Si el temor es capaz de colarse entre los pasillos de un lugar como este, con planta de máximo aislamiento incluida, es fácil entender por qué las proclamas de Illa inciden en "prevenir el alarmismo". Pero no siempre es posible. Una paciente del Hospital General de Segovia, que acudió a Urgencias el pasado fin de semana, confiesa a La Información que vivió en su propia piel uno de los efectos más dañinos del Covid-19. "Me chocó que hubiese dos salas de esperas contiguas, una hasta los topes y otra con solo dos personas", recuerda, "me senté en la segunda ante las miradas indiscretas del resto de pacientes y entonces lo entendí; la pareja que estaba a mi lado era asiática".

"Las mascarillas se agotan y no sabemos cuándo llegarán"

Y de las dependencias de los hospitales a las calles, donde los ciudadanos están convencidos de que cualquier protección es poca. Por ahora, las autoridades no han activado una alerta especial pero la preocupación es evidente. Tanto, que las mascarillas empiezan a escasear e incluso a agotarse "y no sabemos cuándo llegarán", aseguran desde una farmacia de la madrileña calle de Avenida de Badajoz. Desde el pasado viernes la demanda nacional está disparada. "Hoy ya hemos tenido que decir a unas 40 personas que no tenemos y antes se vendía como mucho una caja al mes", añaden. Sucede lo mismo en otras farmacias de la zona. Las piden de cualquier tipo. Las más comunes son las de papel o quirúrgica.

El coronavirus se contagia de persona a persona. La puerta de entrada más común son los ojos, boca o nariz. Hasta ahí llega la secreción respiratoria de personas enfermas que estornudan a menos de dos metros. Las mascarillas de papel evitan precisamente eso, la transmisión de agentes infecciosos por parte de la persona que la lleva. Para protegerse del coronavirus pueden servir como barrera, pero no resultan infalibles. "Tienen el inconveniente de que requiere de un mayor esfuerzo para respirar que otros modelos, lo que impide llevarla todo el día", explican desde la farmacia en la Avenida de Badajoz. Así, es más probable que necesitemos quitárnosla, corriendo el riesgo de infectarnos con solo tocarnos la cara si hemos estado expuestos. En muchos hospitales, como los de Galicia, se recuerda la conveniencia de utilizarlas en caso de tener síntomas de infección respiratoria y las suelen facilitar en el mostrador.

Las mascarillas más recomendables para evitar el contagio del coronarivus son las que protegen al usuario frente a la inhalación. Son las llamadas FFP1, FFP2 y FFP3, con un porcentaje de fuga hacia el interior de un 22%, 8% y 2% respectivamente. Su función consiste en retener las particulas para que no entren. En los centros hospitalarios gallegos la recomendación indica que si se entra en contacto cercano con el paciente que pudiera estar infectado (inferior a 2 metros), la mascarilla requerida es la FFP2. Si ya hay que intervenir se eleva a la FFP3. Pueden tener o no una válvula de exhalación para reducir la humedad dentro de la mascarilla , proporcionando una mayor comodidad al usuario, ayudando a la respiración. Saca el aire caliente y húmedo que se nos queda dentro, lo que logra además que la mascarilla dure más tiempo. 

Pero más allá de las mascarillas, los farmacéuticos consultados por este medio aseguran que los virus, una vez expulsado del cuerpo, pueden vivir en una superficie más de 12 horas, lo que convierte en obligatorio una higiene constante de manos. Bastaría con lavarlas con agua y jabón, pero "ahora también se venden los geles desinfectantes mucho más que hace unas semanas". En porcentajes, si las mascarillas se han disparado un 500%, los geles alcanzan ya el 300% según datos del sector del pasado 14 de febrero (antes de conocerse los datos de muertes en Italia).

Sin mascarillas, en más de una farmacia quienes más se están quejando estos días son los alérgicos. "Son muchos los que vienen todos los años a por ella y este año es imposible abastecerlos". Las clínicas odontológicas también lamentan la situación porque se están quedando sin suministro de las mascarillas quirúrgicas... "y sin posibilidad de comprarlas". La llamada a la calma de las instituciones no llega a las calles. Allí, los peores presagios apuntan a un desabastecimiento masivo y las salas de espera se han convertido en testigos de cómo en España, de un tiempo a esta parte, tener rasgos orientales se ha convertido en requisito más que suficiente para quedar confinado al régimen de aislamiento.

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