Costa de Marfil pone rumbo a la paz tras dejar 3.000 muertos en el camino

  • Costa de Marfil puso por fin este año rumbo a un complicado proceso de paz, tras una década de crisis político-militares que culminaron en 2011 con un conflicto postelectoral que dejó 3.000 muertos y miles de desplazados.

Cyprien Tiesse

Abiyán, 8 dic.- Costa de Marfil puso por fin este año rumbo a un complicado proceso de paz, tras una década de crisis político-militares que culminaron en 2011 con un conflicto postelectoral que dejó 3.000 muertos y miles de desplazados.

A finales de 2010, los marfileños pudieron ejercer su derecho al voto y participar en unos comicios presidenciales pospuestos durante cinco años hasta en seis ocasiones por el Gobierno, que argumentaba distintos problemas en su organización.

Las esperadas elecciones arrojaron unos ajustados resultados, y tras una reñida primera ronda los dos candidatos más votados, el entonces presidente del país, Laurent Gbagbo, y el líder de la oposición, Alassane Ouattara, se enfrentaron en una segunda vuelta.

Aunque la Comisión Electoral Independiente (CEI) informó de la victoria del opositor Ouattara poco después de la segunda ronda, Gbagbo se negó a admitir su derrota, y la esperanza de los marfileños de una salida política a una década de crisis se esfumó.

Gbagbo utilizó organismos que estaban a su alcance para tratar de convencer a su pueblo de que había sido víctima de una conspiración, y consiguió que el Consejo Constitucional, máxima instancia judicial del proceso electoral de Costa de Marfil, le diera la vuelta a los resultados proclamados por la CEI y fuera nombrado vencedor.

Sin embargo, la ratificación del escrutinio del CEI y la posterior confirmación de la victoria de Ouattara por parte del representante especial del secretario general de la ONU, el coreano Choi Young-jin, hizo que la comunidad internacional adoptara una clara postura contraria a Gbagbo.

"Aun teniendo en cuenta todas las reclamaciones presentadas por el candidato Gbagbo ante el Consejo Constitucional, no cambiaría el resultado de la segunda ronda proclamado por la CEI", justificó Choi.

Pese al inicio en enero de fuertes presiones de Estados Unidos y de Francia, y la mediación de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO), Ggagbo seguía en marzo negándose a dejar el poder.

Fue entonces cuando se desató la ofensiva abierta entre el Ejército de Costa de Marfil, que apoyaba aún a Gbagbo, y los ex rebeldes de las Fuerzas Nuevas, de Ouattara, secundados más tarde por la ONU y la misión de Francia en el país (Operación Licorne).

Como consecuencia, miles de marfileños huyeron del país y se refugiaron en el extranjero, principalmente en Ghana y en Liberia, dos de las naciones que comparten frontera con Costa de Marfil.

Tras cinco semanas de enfrentamientos directos, Gbagbo fue detenido el 11 de abril por las fuerzas francesas, apoyadas por helicópteros del Ejército galo y de la ONU, abriendo así el camino a la toma de posesión del presidente electo Ouattara.

Tan sólo 48 horas después del arresto de Gbagbo, el nuevo presidente anunció su intención de crear la Comisión de Diálogo, Verdad y Reconciliación, consciente de las profundas heridas abiertas por la crisis postelectoral.

En mayo, Ouattara anunció que el exjefe de Estado debía rendir cuentas ante la Corte Penal Internacional (CPI), con sede en La Haya (Holanda).

Tras pasar ocho meses detenido junto a su esposa, Simone, en una residencia de Korhogo (norte de Costa de Marfil), Gbagbo fue trasladado el pasado 29 de noviembre a la CPI, donde se le imputan cuatro cargos de lesa humanidad, entre ellos violaciones, asesinatos y persecuciones dirigidos contra partidarios de Ouattara.

Aunque se han presentado más de 2.800 querellas en la Comisión de Dialogo, Verdad y Reconciliación, la prioridad inmediata del Gobierno marfileño es mantener la relativa estabilidad lograda en la segunda mitad del año ante las elecciones legislativas del 11 de diciembre, las primeras desde la crisis postelectoral.

Sin embargo, una sombra de duda se cierne sobre esta última etapa de normalización del país, en su día uno de los más prósperos y estables de África, pues no cuenta con la participación del Frente Patriótico Marfileño (FPI), de Laurent Gbagbo, que se queja de que varios de sus altos cargos todavía siguen en la cárcel.

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