Doctora exige responsabilidades por la parálisis de su hijo por error médico

  • Lina Álvarez, doctora y madre de Exiquio Sánchez, un lucense nacido con parálisis cerebral y una minusvalía del 85 %, exige "responsabilidades" y pide que se "ponga fin" a su calvario en los Juzgados, donde lleva años tratando de demostrar que esta patología es por una amniocentesis mal hecha.

Santiago de Compostela, 9 dic.- Lina Álvarez, doctora y madre de Exiquio Sánchez, un lucense nacido con parálisis cerebral y una minusvalía del 85 %, exige "responsabilidades" y pide que se "ponga fin" a su calvario en los Juzgados, donde lleva años tratando de demostrar que esta patología es por una amniocentesis mal hecha.

Su hijo, de 24 años, según ha dicho Lina a Efe, vive su complicada enfermedad entre "las cuatro paredes de su habitación", sin posibilidad alguna de integración, puesto que tampoco tiene cubiertas sus necesidades básicas, como la escolarización, "al no existir en Lugo un centro adecuado a sus características".

Su benjamín es alto y guapo, señala esta madre, pero con el cerebro "totalmente desestructurado", un hecho que la lleva a vivir "esclavizada" por los cuidados que requiere la difícil situación de "su querido hijo", y a no poder disfrutar, lógicamente, de su vida social, de pareja, profesional y personal.

Hasta ahora, esta médico de familia, que es madre de otro niño más pequeño, ha perdido todas sus batallas judiciales, pero persiste en su intento de demostrar que fue un ginecólogo el que perforó el cráneo del feto y dañó una arteria, algo que este profesional, con el tiempo, le habría confesado, avisándola de que lo tenía "jodido" para denunciar.

Lina Álvarez sostiene que su intención no es "dañar el prestigio de nadie", pero sí puntualiza que hubo una negligencia médica, de la que responsabiliza en total a tres facultativos, dos ginecólogos y un pediatra, a los que considera culpables, además, de haberle ocultado información, impidiéndole así la posibilidad de abortar.

El pasado octubre, Lina se postró en la plaza de Jacinto Benavente, en Madrid, delante del Ministerio de Justicia, para exigir atención a su lucha.

En este mismo espacio pasó 522 días acampada la familia Meño, que reclamaba la apertura del caso de Antonio Meño, un chico fallecido recientemente tras haber estado 23 años postrado en una cama por una fallida rinoplastia.

Juana Ortega, la matriarca de los Meño, le ofreció su apoyo. Esta familia firmó en 2011 un acuerdo de un millón de euros con los médicos, las aseguradoras y la clínica en la que fue operado su hijo de la nariz, un dinero que, no obstante, nunca acabó con su dolor.

El vía crucis de Antonio Meño y los suyos empezó el 3 de julio de 1989. Este estudiante de Derecho, que entonces tenía 21 años -44 cuando murió-, se sometió a una operación estética en una clínica madrileña.

La intervención quirúrgica se realizó con anestesia general y duró, según el cirujano, entre 20 y 25 minutos, y, según el anestesista, más del doble.

Meño abandonó el quirófano en coma vigil irreversible y con las funciones intelictivas y cognoscitivas abolidas.

"¿Alguien conoce a una madre capaz de mentir en una situación del tal gravedad?", como ésta o la suya, se pregunta Lina Álvarez.

Lina perdió en la Audiencia Provincial de Lugo y después el caso encalló en el Tribunal Supremo ante la incomparecencia de su abogado, al que ha denunciado, a él y a una magistrada.

Esta gallega se siente víctima del corporativismo de la medicina y la judicatura.

"¿Cómo no son capaces de entender que el reconocimiento de la verdad se haya convertido para mí en el aire que respiro?", comenta.

Y añade: "daría mi vida entera, pero sin dudarlo ni un instante, para recuperar algún aspecto de la enfermedad de mi niño, su lenguaje, su capacidad para tener un amigo, para interpretar su propia realidad, para evitar ese babeo persistente por el que lo rechazan otros minusválidos, para evitar que se autolesione, para calmarlo cuando se pone nervioso, y para evitar que nos agreda".

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