Educación. Expertos tachan las políticas actuales de “resultadistas” y contrarias a la creatividad


Las políticas educativas actuales dependen demasiado de los resultados, con lo que fomentan la “competitividad” entre alumnos y sistemas escolares “impersonales”.
Así lo advirtieron hoy varios expertos participantes en el cuarto informe de Fundación Botín, ‘Educación Emocional y Social. Análisis Internacional’, presentado este jueves en Madrid.
Según dicho estudio, pese a los buenos resultados obtenidos por los programas de educación emocional y social en los diferentes países analizados, "la formulación de políticas educativas ha seguido el sentido opuesto".
El director del grupo de investigación que ha realizado la introducción del informe, Christopher Clouder, señaló que “en un mundo con una tecnología en creciente sofisticación, las habilidades emocionales y sociales que requeriremos serán cada vez más la empatía, la atención, la tolerancia, la responsabilidad, la creatividad y la imaginación”, ya que estas “no encuentran réplica en la inteligencia artificial”. Por eso es necesario potenciarlas desde la escuela, que no obstante insiste en la dirección contraria, lamentó.
Las nuevas tecnologías pueden “apartarnos del mundo real para vivir en uno automatizado a través de pantallas, algoritmos e interfaces”, advirtió Clouder. A su juicio, “la creatividad está presente en los niños por naturaleza, pero la confianza de muchos de ellos en esta capacidad disminuye a medida que conviven con su entorno inmediato”.
Agregó que en la escuela se coartan “con demasiada frecuencia capacidades que deberíamos dejar florecer y reforzar”, y la educación emocional y social impartida en el sistema educativo y en la familia supone “una buena forma de mejorarlas”.
La investigación presentada hoy estudia experiencias educativas puestas en marcha en 21 países, como Dinamarca, Malta, México, Nueva Zelanda y Suiza, e incorpora dos herramientas pioneras a nivel mundial para evaluar las habilidades emocionales de los menores.
Dinamarca es el país más avanzado en este sentido, aunque el desmantelamiento del Estado de bienestar pone en riesgo este tipo de educación, concluye el trabajo, que incorpora dos técnicas novedosas a nivel mundial en la evaluación emocional dirigidas a niños de 2 a 11 años y a adolescentes entre 12 y 17.
Diseñados por investigadores del Laboratorio de Emociones de la Universidad de Málaga, estos instrumentos de evaluación ayudarán a conocer mejor el impacto de los programas de educación emocional y social en el alumnado, respondiendo así al empeño de la Fundación Botín por medir el impacto real de sus programas.

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