Educando a las familias

  • Acompañar a los padres en la crianza de los niños que se encuentran en riesgo de exclusión social y ayudarles en los asuntos más básicos como la alimentación, y en los más complicados como fijar las normas, son los objetivos del taller que cada semana se imparte en la escuela infantil El Caserío.

Berta Pinillos

Madrid, 8 jun.- Acompañar a los padres en la crianza de los niños que se encuentran en riesgo de exclusión social y ayudarles en los asuntos más básicos como la alimentación, y en los más complicados como fijar las normas, son los objetivos del taller que cada semana se imparte en la escuela infantil El Caserío.

Es uno de los proyectos de la Obra Social La Caixa a través de su programa CaixaProinfancia, que gestiona la Fundación Tomillo y que reúne cada semana en esta escuela, en el barrio madrileño de Vallecas, a once familias, la mayoría madres con sus hijos que no superan los 3 años.

"El objetivo es acompañar a los padres en la crianza, potenciar la parentalidad positiva y suplir algunas de las carencias provocadas por la situación de vulnerabilidad y de riesgo que tienen", explica a Efe Antonio Rodríguez, uno de los dos educadores infantiles que se encargan del taller.

Se reúnen de cuatro a siete de la tarde en la escuela, una vez que la clase de los pequeños ha terminado. Primero, se reparte la merienda, y luego se sientan en círculo en el patio para comenzar la sesión.

Con el fin de que los padres se aprendan las canciones que cantan sus hijos en la escuela, los educadores dedican cerca de veinte minutos a recordarlas haciéndoles también partícipes para involucrarles un poco más en la educación de los pequeños.

Luego, cada madre o padre expone cómo ha sido el comportamiento y la relación con sus hijos durante la semana y plantean sus dudas a los educadores, quienes les dan pautas de lo que hacer en cada situación.

La mayoría de los asistentes al taller son familias inmigrantes y prácticamente la mitad son madres solteras. Todas ellas llegan con mucha dificultad a fin de mes, alguna incluso vive de "okupa" como el caso de Cristina, española de 21 años.

"En el taller aprendes mucho. Nos ayudan a resolver ciertos conceptos en los que yo, como madre primeriza, muchas veces me pierdo", afirma a Efe.

Ni ella, que estudia para sacarse el graduado escolar, ni su pareja tienen trabajo. Viven con el apoyo de su familia y de organizaciones sociales. Asegura que en la casa "okupada" viven los tres y tienen luz, agua y gas, pero para comer tienen que recurrir al banco de alimentos.

Nancy es de Ecuador. Señala que gracias al taller sabe "llevar mejor" la educación de su hija Andrea: "me enseñan muchas cosas sobre cómo alimentarla", apunta la mujer, que tampoco tiene trabajo, al igual que su pareja y, de momento, no les ayuda ninguna organización.

Antonio Rodríguez subraya que por lo diverso de la cultura, las familias latinoamericanas educan a sus hijos de manera distinta a las españolas, con lo que presentan también problemas diferentes.

"En Latinoamérica son más autoritarios con los hijos, las mujeres tienen un rol muy estereotipado y tenemos que hacer hincapié en temas como la alimentación, el aseo y en la forma de vestir de los niños", indica el educador.

En el caso de las familias españolas, los principales problemas suelen ser los límites y las normas que imponer a los hijos, porque durante los tiempos de bonanza económica, opina Rodríguez, trataron de sustituir el tiempo que no dedicaban a sus hijos por llegar tarde de trabajar con juguetes y caprichos. En estos últimos años, con la crisis, esos lujos son impensables.

"Los niños se convierten en tiranos y poco a poco los padres se dan cuenta de que por darles muchas cosas no van a ser más felices", apunta el educador infantil, que agrega que lo importante es la calidad del tiempo" que se dedica a los menores.

Después de las canciones y el repaso semanal a la relaciones familiares, en esta ocasión toca dedicar un tiempo a la importancia de una buena alimentación con la preparación, por parte de los progenitores y con ayuda de los hijos, de brochetas de frutas.

Entre todos ellos se ayudan y en muchas ocasiones los educadores dejan a los padres el problema para que busquen las soluciones: "cada uno tiene que buscar su estrategia y acomodarla", prosigue Rodríguez.

El proyecto cumple este año su segunda edición. Las familias que lo culminaron el pasado año, a quienes se les hace un "seguimiento informal", han evolucionado a mejor en la educación y relación con sus pequeños e incluso durante este año han participado en alguna sesión del taller

CaixaProinfancia en un proyecto dirigido a romper la espiral de pobreza en la que se ven atrapados muchos menores por la falta de oportunidades de formación, carencias alimenticias o malas condiciones de salubridad. Hasta la fecha más de 210.000 niños se han beneficiado de este programa que cuenta con una inversión de 247 millones de euros desde 2007 y que funciona en diez ciudades españolas.

Mostrar comentarios