El grito contra la violencia infantil de Christian Molina resuena en Roma

  • Roma.- El grito contra la violencia infantil del cineasta catalán Christian Molina, "I want to be a soldier", que se mete en la piel de un niño de ocho años para invitar a los adultos a "controlar" los efectos de la televisión y los videojuegos, ha sacudido hoy en el Festival de Cine de Roma.

El grito contra la violencia infantil de Christian Molina resuena en Roma
El grito contra la violencia infantil de Christian Molina resuena en Roma

Roma.- El grito contra la violencia infantil del cineasta catalán Christian Molina, "I want to be a soldier", que se mete en la piel de un niño de ocho años para invitar a los adultos a "controlar" los efectos de la televisión y los videojuegos, ha sacudido hoy en el Festival de Cine de Roma.

Desde el universo infantil, Molina ha querido dar un toque de atención a los adultos para que reflexionen sobre el poder que ejercen estos canales de comunicación sobre el comportamiento de los niños, consciente de que lo hace de un modo "radical" y lo ha hecho con un mensaje rotundo: "Estamos construyendo pequeños fascistas".

Así se ha expresado el cineasta en una entrevista con Efe en Roma, donde "I want to be a soldier" llega después de pasar por el Festival de Sitges para competir en la sección "Alice nella cittá", dedicada al público adolescente, que podrá emitir hoy sus juicios sobre la película.

"Estoy deseando ver qué pasa ahí dentro y saber si realmente tienen cosas que plantearse después de verla", ha confesado Molina.

A través del punto de vista de un niño estadounidense de ocho años que desarrolla una morbosa fascinación por las imágenes violentas, "I want to be a soldier" alerta del peligro de una delgada línea: la que el cerebro infantil traza entre realidad y ficción.

"El cerebro de los niños no está preparado para recibir toda la información que está a su alcance y hay una relación evidente entre eso y la violencia. Muchos casos de violencia infantil son reproducciones de lo que los niños ven en las películas", ha sentenciado el autor del filme.

Una película escrita con la ayuda de psicólogos, que fue concebida como un documental y que reproduce imágenes reales de guerras como la de Irak o el Golfo, pero que Molina decidió rodar como ficción "para que fuera más creíble para un niño".

El protagonista es víctima de un conflicto interno, que se dibuja con la magnífica interpretación del joven Fergus Riordan y con la ayuda de un amigo imaginario que se le aparece en forma de ángel y demonio, interpretado por Ben Temple.

Las conversaciones imaginarias que mantiene con este fantasma de sus pensamientos, el ambiente violento que le rodea en la escuela y el constante visionado de imágenes televisivas terminan por degenerar sus percepciones y le convierten en víctima de su propia violencia.

"Teníamos que pegar un golpe. Los niños mueren a causa de esta violencia, esa es la realidad", ha subrayado Molina.

Y ha precisado que no quería "sentar cátedras", aunque haya participado en varias charlas educativas en colegios.

"Sólo quería contar la historia de un niño que me recordaba en muchas cosas a los hijos de mis amigos y a lo que leía a diario en los periódicos", ha argumentado.

El cineasta sostiene que es necesario ejercer cierto control sobre estos "actos de violencia que rodean a los niños" y "respetar los horarios en los que tienen la libertad de encender la tele".

"Les hemos robado la infancia a los niños. Nosotros jugábamos a la pelota en la calle y nuestros padres más todavía, pero cada vez vamos a menos. Ahora mandan e-mails, juegan a ser narcotraficantes en un videojuego, a meter putas en un maletero y a comprar kilos de cocaína. No tiene ni pies ni cabeza", ha lamentado.

Por Mónica Faro

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