Bajo los célebres frescos de Miguel Angel, 13 niñas y 13 niños de pocas semanas de edad fueron bautizados por el pontífice el día en que la liturgia conmemora el bautismo de Jesús en el río Jordán.
La mayoría de los bebés, todos hijos de empleados del Vaticano, estuvieron tranquilos en brazos de sus padres, pero algunos se sorprendieron al recibir agua en la cabeza, otros lloraron y unos cuantos durmieron profundamente.
Durante su homilía, el papa argentino dijo a las madres, como hace a veces, que podían amamantar a sus niños si estos tenían hambre en el transcurso de la misa.
"Si un niño llora porque tiene hambre, le digo a la madre: dele de comer, aquí, con toda libertad", declaró, sonriente.
"La herencia más bella que pueden darle a sus niños es la fe", les dijo a los padres.
Poco después, durante el Ángelus en la plaza san Pedro, dedicó una bendición a los niños, jóvenes y adultos bautizados hace poco o que se disponen a hacerlo, y pidió a los fieles que encuentren la fecha de su propio bautizo para poder celebrarlo dignamente.
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