El partido que el Costa Concordia no pudo jugar en Barcelona

  • Los tripulantes del crucero Costa Concordia tienen pendiente un partido de fútbol con los estudiantes de Náutica de la Universidad Politécnica de Cataluña que habían concertado disputar cuando atracaran en Barcelona, tres días después del naufragio.

Paco Niebla

Barcelona, 24 ene.- Los tripulantes del crucero Costa Concordia tienen pendiente un partido de fútbol con los estudiantes de Náutica de la Universidad Politécnica de Cataluña que habían concertado disputar cuando atracaran en Barcelona, tres días después del naufragio.

El capellán del Costa Concordia, Rafaelle Malena, concertó el partido a través de un correo electrónico que envió diez horas antes del accidente a Ricard Rodríguez, diácono, marino y delegado diocesano del Apostolado del Mar "Stella Maris" de Barcelona.

Rodríguez, antiguo capitán de barco y profesor de Náutica jubilado, ha explicado a Efe que los tripulantes del Costa Concordia, y a veces los de otros cruceros, acostumbraban a jugar partidos contra los estudiantes de Náutica aprovechando las pocas horas de asueto que tienen cuando atracan en el puerto barcelonés.

El partido se tenía que disputar en las instalaciones deportivas del puerto de Barcelona el pasado lunes día 16, pero el naufragio truncó, de momento de forma indefinida, el encuentro.

El diácono catalán aún no ha podido hablar con Malena, pero le ha enviado un e-mail: "Sé que está bien y que se quedó en el barco hasta última hora ayudando a desembarcar a los pasajeros".

"También sé que la tripulación se portó bien y ayudó a la evacuación, que en un naufragio y con el barco escorado no es fácil", ha reconocido el responsable del Apostolado de Mar de Barcelona "Stella Maris", una organización católica que se dedica a ayudar "en todas sus necesidades, humana, espiritual, laboral o social" a los marineros que arriban al puerto.

Cada año "Stella Maris" atiende a unos 7.000 marineros de todas las nacionalidades de los barcos que atracan en Barcelona, de los que aproximadamente 3.000 son tripulantes de cruceros turísticos.

Rodríguez destaca que detrás de todo el lujo que ofrecen las travesías turísticas de los cruceros se esconden "vidas muy complicadas y jornadas de trabajo duras y largas".

El diácono distingue entre los buques de carga, que tienen una veintena de tripulantes, y un transatlántico con 3.000 pasajeros y 1.000 tripulantes "donde la organización es muy compleja, el espacio es limitado, los trabajadores tienen que compartir camarotes, con salarios bajos y horarios largos, de hasta 12 horas seguidas".

Rodríguez destaca que la complejidad del trabajo en un buque como el Costa Concordia se subsana con una "disciplina casi militar", pero se complica porque los tripulantes hablan muchos idiomas diferentes porque son de hasta 30 nacionalidades distintas.

De todos los cruceros que atracan en Barcelona, únicamente los de la compañía Costa llevan a un sacerdote en su tripulación, y por ello desde "Stella Maris" también se ofrecen servicios religiosos.

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