La entrega de la ayuda humanitaria de la ONU desata el caos entre los habitantes de Mosul

Reuters/EP
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A pesar de que las ayudas estaban destinadas a al menos 45.000 residentes de diferentes puntos de la localidad, los trabajadores humanitarios se han enfrentado a numerosos desafíos para poder aliviar la escasez de agua, comida y combustibles fósiles.

Mientras se corría la voz entre los residentes del distrito de Zuhour, las colas de hombres y mujeres continuaban alargándose junto a la entrada de una de las escuelas de la zona, donde la ONU había establecido uno de los puntos de recogida.

"Necesitamos de todo. Las personas con discapacidad deberíamos tener prioridad. Es difícil para nosotros", ha manifestado Saad Salih, un hombre de 56 años cuya silla de ruedas eléctrica se ha quedado sin batería.

Aunque los hombres han esperado de manera relativamente ordenada, las mujeres se han estrujado junto a la puerta, creando confusión y desesperación, según varios testigos. "No podemos empujarlas para que se retiren porque son mujeres", ha indicado un policía encargado de controlar a la población.

Después de que los organizadores abrieran el colegio, cientos de personas han intentado entrar a través de las puertas y ventanas, por lo que la Policía se ha visto obligada a intervenir para hacerse con el control de la situación.

LA LLEGADA DEL INVIERNO

Las organizaciones humanitarias han tenido serias dificultades para responder a la crisis en Mosul, donde los residentes han permanecido en gran medida en sus viviendas a pesar de los continuos ataques.

Los avances de las fuerzas pro gubernamentales han logrado expulsar a los milicianos del grupo terrorista Estado Islámico de algunas zonas de la ciudad, pero los ataques de los insurgentes continúan acabando con las vidas de los civiles.

"Vamos a cubrir a toda la población" ha indicado Hayder Ithawi, responsable del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, que se encarga de dar una rápida respuesta a la situación. "Con la llegada del invierno, los combustibles fósiles y el agua son muy importantes", ha añadido.

Mientras hacía cola, la población ha mostrado su preocupación ante la posibilidad de quedarse sin ayudas o de que la distribución se lleve a cabo de forma no equitativa. "Algunos se han llevado cinco bolsas de harina y otros ninguna", ha denunciado Ihsan Abudlá, de 46 años.

Algunos de los civiles han presentado una identificación con un sello oficial de Estado Islámico, que indica que los milicianos han confiscado la tarjeta de alimentos de la familia. A pesar de que los yihadistas ya no pueden ejercer su poder sobre la forma de vestir de los civiles, la mayoría de las mujeres continúa cubriendo la totalidad de su cuerpo con vestimenta de color negro.

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