Los equipos antiexplosivos y sus perros siguen atentos durante la Eurocopa

El perro entrenado, guiado por el agente que le guía por las entrañas del Stade de France, busca explosivos en una bolsa de balones: centenares de desactivadores de explosivos siguen alejados de los focos con su trabajo durante la Eurocopa de fútbol de Francia-2016, para evitar cualquier atentado en la recta final del torneo.

El lunes, tres camionetas del servicio de desactivación de explosivos de la prefectura de policía de París se desplazaron al estadio de Saint Denis. Se jugaba cinco horas más tarde el partido España-Italia de los octavos de final, que acabó con victoria 2 a 0 para la Azurra.

Las vestuarios de los dos equipos, la parte trasera de los frigoríficos, las papeleras, los muebles... Todo se inspecciona minuciosamente.

"Se busca si algo ha podido ser disimulado con fines terroristas", explica Bruno Bergeron, jefe del equipo de artificieros.

Un pastor belga olfatea los vestuarios de los equipos. El del árbitro. Las zonas de entrevistas y los pasillos que recorrerán los futbolistas.

Una treintena de niños, que ensayan su entrada al césped del Stade de France, donde conducirán de la mano a los 22 jugadores, ven aproximarse al perro, atado por su amaestrador.

"Para la Eurocopa no teníamos bastantes perros antiexplosivos en la policía. Hemos tenido que recurrir a los del ejército, la aduana y la gendarmería", destaca Bruno Bergeron. En los espacios VIP y las tribunas, otros perros hacen también su trabajo.

Unos 300 desactivadores de explosivos se han movilizado para la Eurocopa en los lugares de la competición y también en zonas cercanas. El lunes, un pequeño robot dotado de un cañón de agua superpotente hizo explotar el portaequipaje de una moto aparcada de manera sospechosa cerca del Stade de France. Falsa alarma.

En dos semanas de trabajo exhaustivo no se ha encontrado ningún explosivo ni sustancia peligrosa, celebra Vincent, militar de 32 años con su perro. Ha servido en varias zonas hostiles, entre ellas Afganistán y Mali.

"Absolutamente nada cambia" en el "trabajo del perro" entre el polvo de zonas en guerra y el teórico confort de los estadios de Francia, observa este soldado, que prefiere trabajar en su país. "Es útil, estamos en nuestra casa y nos valoran", subraya.

Los atentados de enero y, sobre todo, los de noviembre de 2015, que provocaron 130 muertos en París y Saint Denis -dos kamikazes se inmolaron cerca del Stade de France, matando a otra persona-, han sensibilizado a la población sobre la seguridad.

Unas 90.000 personas, entre policías, gendarmes, militares, voluntarios y personal privado, contribuyen en la seguridad de la Eurocopa, según el Ministerio del Interior.

"Nunca hemos visto un dispositivo tan importante", constata Jean-François, exdesactivador de explosivos en el ejército, que pasó a la prefectura de policía de París, donde trabajó ya en la seguridad de los Mundiales de fútbol de 1998, de atletismo de 2003 y de rugby de 2007.

El contexto urbano, con fuertes afluencias, "complica mucho la vida" a los desactivadores en relación a un terreno en guerra, "ya que es más fácil mover 2.000 militares que veinte parisinos".

Miles de personas reunidas en un punto reducido son otro de los peligros ante un eventual atentado.

"Aquí, en caso de paquete sospechoso, vamos a necesitar un tiempo increíble para establecer un perímetro de seguridad. La gente primero va a querer hacerse selfis", señala.

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