Asomado a la venta de su estudio privado en el Palacio Apostólico, el pontífice ha reflexionado sobre la venida de Jesús para promulgar de manera definitiva la ley de Dios a través de la "predicación y la oferta de sí mismo en la cruz". De este modo, ha exhortado a los fieles a "no insultar, no mirar a la mujer del otro con deseo y no jurar". Así ha concluido que la "desconfianza amenaza la serenidad".
Sobre el insulto, ha determinado que es un comportamiento equiparable al homicidio --aunque no tan grave--. En esta línea, ha señalado que el homicidio también se configura con los comportamientos de quien "ofende la dignidad de la persona con palabras injuriosas".
"Jesús invita a no establecer una graduación de las ofensas, sino a considerarlas todas dañinas en cuanto movidas por hacer mal al prójimo", ha explicado.
Para el Papa, el adulterio es "primero concebido" en la intimidad. "El que mira una mujer que no es suya con ánimo de posesión es un adultero en su corazón", ha manifestado finalmente, siguiendo las palabras del Evangelio.
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