España es el país con más misioneros y el segundo que más dinero aporta, tras EEUU

    • España contribuyó a las misiones con 13.175.081,62 euros, un 10,13% más respecto al año anterior y un 15% más en comparación al año 2012.
    • La hermana Berta lleva más de 40 años en Guinea, donde ha estado a punto de morir de fiebre tifoidea y de paludismo. El padre Pedro fue perseguido por el gobierno chino en los años 60.
Hay 13.000 misioneros españoles en 140 países del mundo
Hay 13.000 misioneros españoles en 140 países del mundo

Este domingo la Iglesia celebra el Domund, es decir, la Jornada Mundial de las Misiones. España, un año más, tiene motivos suficiente para estar orgullosa: es el país que más misioneros envía y el segundo que más dinero aporta tras EEUU.

En concreto, España envió a 13.000misioneros a 140 países, de los cuales el 49% son religiosas, casi un 35%, sacerdotes, un 8%, laicos -cifra que ha crecido un 3,3% desde 2012- y un 7%, religiosos (no sacerdotes).

En cuanto a la aportación a las misiones, España contribuyó con 13.175.081,62 euros, un 10,13% más respecto al año anterior y un 15% más en comparación al año 2012.

Sin embargo, su reducir el trabajo de estas personas a simples cifras sería una injusticia. Día a día, se dejan la salud y la vida en ayudar a los más necesitados, a los pobres de entre los pobres. Y pese a todo, ninguna tiene la menor duda: son tan felices que no cambiarían su vida por nada.A punto de morir por fiebre tifoidea y malaria

Es el caso de la Hermana Berta, religiosa de las Misioneras Catequistas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Llegó a Guinea Ecuatorial hace más de 40 años y trabaja en las zonas rurales de la isla de Bioko.

Allí, junto con otras dos compañeras, disponen de un pequeño dispensario médico, dan clase de refuerzo a niños que no pueden seguir el ritmo normal de la clase, reparten comida a todos los necesitados de la zona y atienden personalmente a cientos de enfermos.

“Cuando llegamos, vivíamos en una pequeña chabola de una habitación hecha de madera. No teníamos luz ni agua. Ahora, gracias a los voluntarios, disponemos de un centro construido con piedra que ya no se inunda en la época de lluvias”, cuentaa lainformacion.com.

Cada mañana, cogen una pequeña camioneta y por carreteras casi sin asfaltar, reparten desayunos por los pueblos para que los niños “coman algo, al menos una vez al día”.

Con 70 años, asegura no estar cansada de la labor que desarrolla en lo más profundo de África, aunque reconoce que tanto tiempo sí ha mermado su salud. “No recuerdo cuántas veces he tenido fiebre tifoidea y paludismo. Hace un tiempo, un año tuve 3 veces tifoidea y otras tantas, malaria. Tuve que volver a España para recuperarme porque estaba muy débil”, recuerda.

No solo las enfermedades han puesto en peligro su vida. “Tiempo atrás se rumoreaba que en el pueblo donde estamos, de apenas 50 habitantes, había un opositor al régimen y que la gente lo estaba escondiendo. Entró el ejército, y como no lo encontraban, los militares decidieron prender fuego a la aldea y matar a todos los vecinos. Vino un niño corriendo a avisarme y salí corriendo. Lo primero que se me ocurrió fue ponerme delante y decir que si les mataban, tendrían que matarme a mí primero. Son muy supersticiosos  y piensan que si hacen daño a una monja, el diablos les perseguirá, así que afortunadamente se fueron”, recuerda.Perseguido por el ejército en China

De casi perder la vida en manos del ejército, también sabe mucho el padre Pedro, misionero jesuita. Ya jubilado, pasó cerca de 15 años en China, en los años 60.

“La Iglesia católica en China estaba muy perseguida, y todavía no se puede oficiar de una manera completamente libre. Yo iba por los pueblos, repartiendo la eucaristía y ayudando a todo el que podía. Curaba enfermos, compraba alimentos para repartir entre la población…”, explica.

Mucha gente en los pueblos había oído hablar de él, lo que puso en alerta a la Policía. “Sabía que iban a venir a por mí, así que huí a las montañas, donde muchos sacerdotes y cristianos vivían escondidos por miedo a la represión del gobierno. Vivía con otras tres personas en una cueva. Fue una época muy dura, pero muy feliz. Pasábamos hambre, frío, más de uno murió de pulmonía. Sufrimos durante seis años todo tipo de penalidades, pero éramos felices porque sabíamos que estábamos llevando al extremo nuestra fe, que lo dábamos todo por Cristo”, rememora.

Un día, alguien dio el chivatazo al ejército y fueron a detenerles. Él consiguió escapar, aunque muchos de sus compañeros no tuvieron la misma suerte. “Poco después de aquello me fui de China y llegué a Filipinas, donde trabajé en un hospital, en una unidad de cuidados paliativos. Era gente que se iba a morir y, con los pocos medios que teníamos, lo único que podíamos hacer era aliviar su sufrimiento en la medida de lo posible y acompañarles para que no estuvieran solos”, recuerda.Enseñando en MadagascarLa hermana Alegría, misionera de la Sociedad de María cuenta como se decidió a irse a enseñar y ayudar en Madagascar: Cristo me amó y se entregó por mí. Siendo joven, esa frase de San Pablo fue para mí una revelación. Poco a poco sentí la necesidad de pasar mi vida al servicio de los demás, amando como yo me sentía amada, de modo que lo que me tocara vivir fuese expresión de ese amor de Dios, sobre todo hacia los más pobres. Me propuse no ofrecer nada sin unas palabras reconfortantes o de amistad. En clase, repetir la misma lección las veces que sea sin mostrarme impaciente (particularmente con aquellas chicas que tienen dificultades de aprendizaje, de carácter o de familia). Animar y creer en las personas, intentar comprender sin juzgar, respetar, perdonar, amar".América, principal destino misionero

Américafue el principal destino para los misioneros españoles, en concreto, para 9.094 (69,95%). Por detrás de este continente se situaron: África (12,64%), Europa (10,98%), Asia (6,07%) y Oceanía (0,36%).

En el continente americano, destacan Venezuela, Perú, Argentina, México y Chile como los países con mayor presencia de misioneros españoles, de hecho, Venezuelaes el país del mundo que tiene la mayor cifra (1.290). En todo el mundo, la Iglesia sirve en 1.109 territorios de misión.¿Cómo se gestiona el dinero?

Por otro lado, el dinero que se da en la colecta del Domund llega íntegro a los misioneros del mundo, pero ¿de qué manera y cuál es el recorrido del dinero desde que alguien da su limosna hasta que llega a manos del misionero?

Paqui Vela, quien trabaja en la Delegación de Misiones de la diócesis de Jaén, explica que, tras contabilizar lo recaudado y elaborar un informe detallado que se entrega al obispo de cada diócesis, todo el dinero se envía íntegro a Obras Misionales Pontificias (OMP) Nacional.

La cantidad que reciben de las distintas diócesis se unifica y se elabora un único informe que se envía a Roma, pues es allí donde se decide el destino de este dinero tras la celebración de una asamblea que tiene lugar cada mes de mayo en la que se estudia todos los proyectos de misiones de todo el mundo.

Así, con una visión global de las necesidades más urgentes en el mundo, desde Roma se notifica el destino del dinero, que se hace llegar a través de la forma más segura, por transferencia a la nunciatura apostólica con una carta al destinatario final.

Al misionero se le pide en esta carta que documente de alguna manera, con fotos, o testimonios, lo que ha podido hacer gracias a ese dinero recibido, para así poder informar al donante y que este sepa qué cosas se han podido hacer gracias a su aportación.

Como parte de la campaña del Domund de este año, se ha lanzado el cortometraje ‘Tiritas’, con el cual refleja que “un gesto de misericordia, por pequeño que sea puede curar el mundo” y es que un donativo por pequeño que sea puede ayudar y mucho. Además, en las redes sociales ya se puede ver el hashtag #yosoydomund, entre otros y diversas campañas de oración.

Mostrar comentarios