Familiares de las víctimas del accidente de avión pasan de la cólera a la resignación

  • Beirut.- El cuerpo decapitado de Mohamed Kreik, de 4 años, seguía hoy en el depósito de cadáveres de un hospital de Beirut a la espera de que un pariente se haga cargo de él y se pueda cerrar una de las heridas abiertas por el accidente aéreo del lunes.

Familiares de las víctimas del accidente de avión pasan de la cólera a la resignación
Familiares de las víctimas del accidente de avión pasan de la cólera a la resignación

Beirut.- El cuerpo decapitado de Mohamed Kreik, de 4 años, seguía hoy en el depósito de cadáveres de un hospital de Beirut a la espera de que un pariente se haga cargo de él y se pueda cerrar una de las heridas abiertas por el accidente aéreo del lunes.

El cadáver del padre de Mohamed, Hasan, quien viajaba en el mismo vuelo de Ethiopian Airlines que se estrelló poco después de despegar del aeropuerto de Beirut, está en algún lugar, ya sea en aguas del Mediterráneo o pendiente de ser identificado.

A las afueras del hospital "Rafic Hariri", donde están llegando los cuerpos sin vida para ser identificados, se suceden las muestras de angustia de familiares de los 90 pasajeros y tripulantes de la aeronave, la mayoría de ellos libaneses y etíopes.

De momento, las autoridades libanesas dicen que han recuperado sólo catorce cadáveres e identificado cinco de ellos. El rescate de víctimas y el proceso de identificación son lentos, aunque, en el caso del pequeño Mohamed, fue más sencillo.

El tío del menor, Wissam Kreik, que iba a hacer el mismo viaje que Mohamed y Hasan y que a última hora decidió aplazarlo por razones de trabajo, dijo a Efe que pudo reconocer el cuerpo decapitado y lleno de heridas "por su mano quemada", una lesión anterior al accidente.

Reveló que le había pedido a su hermano que también aplazara el viaje para que lo hicieran juntos, pero este se negó, "aunque el día anterior estaba muy tenso".

"Me decía: 'Siento una opresión', entraba y salía de la habitación y no quería hablar con nadie", recuerda ahora Wissam.

El padre del menor había llevado antes a su hijo a un médico para que lo viera por unas quemaduras en la mano, y el doctor le dijo "que no necesitaba nada y que cuando creciera el problema se arreglaría por si solo".

"Es la voluntad de Dios. Estaba escrito", declara resignado.

Wissam se niega a retirar del depósito de cadáveres del hospital al pequeño Mohamed hasta que no le entreguen a su hermano, aún sin identificar. "No queremos hacer dos duelos", insiste.

La madre del menor están en la República Democrática del Congo. Hacia Kinshasa se dirigían Mohamed y su padre en un viaje que quedó frustrado cuando el Boeing 737-800 de Ethiopian Airlines se hundió en el Mediterráneo envuelto en llamas.

El de Mohamed es uno de los 14 cadáveres recuperados, aunque sólo han sido identificados cinco. Ayer fueron retirados de la morgue del hospital tres cuerpos y hoy también salió el de la pequeña Julia Hajj, de año y medio, que murió junto a sus padres, Rana Barake, de 28 años, y Mohamad Hajj, que cumplía 55 años el día del accidente.

Ayer, otros parientes de Julia también habían rechazado retirar su cuerpo esperando que le entregaran los cadáveres de sus padres.

Entre los restos mortales recuperados se encuentran los de cinco etíopes que, según el periódico l"Orient-Le Jour, pueden ser de la tripulación, ya que estaban con uniforme, aunque aún no se ha establecido la identidad.

Cerca de la entrada del hospital, y con semblante abatido, Ahmad Jaber, que perdió a dos sobrinos en el accidente, Abas y Fuad, de 35 y 34 años, se lamentaba hoy de la tragedia que está viviendo porque los cadáveres no aparecen por ningún lado.

"Mis sobrinos vinieron al entierro de su madre, que murió hace un mes, y ahora ellos. Demasiada mala suerte", afirma.

Jaber, que viene todos los días al hospital y se queda hasta muy tarde, confiesa: "Al principio venía con la esperanza que los habían encontrado vivos, después que habían hallado sus cuerpos, y ahora rogamos para que nos den algunos de sus restos".

Hoy casi no había familiares de las víctimas en el hospital "Rafic Hariri", aunque sí muchos periodistas, mientras que algunos jóvenes voluntarios se encontraban allí en caso de que pueden ayudar.

"No tengo a nadie entre las víctimas, pero me siento concernido con lo sucedido y estoy acá en caso de que pueda ayudar en algo", dijo Jodr Sueidan, un estudiante de 15 años.

Mujeres jóvenes etíopes también están congregadas en las puertas del hospital en espera de tener noticias. "Son nuestras compatriotas. En el extranjero nos sentimos todas hermanas", dice una de ellas, que pidió no ser identificada.

Piensan que pueden llegar a conocer alguna de las víctimas de vista.

También hay psiquiatras que ayudan a los parientes de las víctimas, como Ahmad Ayach, uno de los profesionales que se hicieron presentes en el centro sanitario poco después de conocer la tragedia.

El problema más grave que han tenido que afrontar era la cólera. "Los familiares estaban en una fase de negar lo sucedido y sentían cierta culpabilidad por haberles permitido viajar a pesar del mal tiempo", dice Ayach.

"La gente no acepta la muerte", agrega el psiquiatra.

Kathy Seleme

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