Ghana fomenta el ecoturismo para proteger a sus tortugas

  • La caza ilegal y las técnicas de pesca con red llevan años poniendo en peligro de extinción a diversas especies de tortugas marinas. Cuando se hace de noche en Ghana, algunas de las tortugas se acercan a sus playas para poner sus huevos, un acontecimiento que cada vez presencian más turistas maravillados por la escena.
Ken Maguire | GlobalPost

(Ada Foah, Ghana). Hay que ponerse a la cola para ver cómo las tortugas llegan a la orilla y ponen sus huevos. Pero aún así, se necesita ser paciente y, quizás, llevar una linterna.

Los pueblos pesqueros, las autoridades de conservación de la fauna e investigadores estadounidenses han unido sus fuerzas en un proyecto de ecoturismo en Ghana que protege a tortugas en riesgo de extinción, genera puestos de trabajo y ofrece a los visitantes una oportunidad para ver uno de los reptiles más fascinantes del mundo.

Por unos 3,5 euros (5 dólares), los turistas pueden hacer visitas nocturnas guiadas a la playa en busca de las tortugas. No se garantiza que se lleguen a ver, pero si se consigue, la espera bien merece la pena: la tortuga hembra sale del agua, escarba una cámara circular en la arena donde pone sus huevos y después disimula el agujero removiendo la arena de alrededor. A continuación, regresa al océano.

“En acuarios como Sea World no tienen espectáculos de tortugas marinas que saltan a través de aros”, dice Phil Allman, el estadounidense que ha impulsado el proyecto. “Eso quiere decir que, a veces, ver una tortuga marina requiere un poquito más de esfuerzo”.

Matilda Yoosen y Jos Gubbels, un matrimonio de Holanda, ha visto a una tortuga golfina anidar en la arena. El grupo de turistas del que formaban parte comenzó la ruta a pie a las 20.00 horas y tardó unos 90 minutos en ver al animal.

“Tuvimos los huevos en nuestras manos”, dice Matilda. “El cielo estaba lleno de estrellas. Fue muy bonito”.

Las siete especies de tortuga marina que existen en el mundo están o en vías de extinción o amenazadas. Se desconoce su población total, pero sí se ha documentado su disminución a lo largo de los últimos 100 años. La contaminación, la pesca comercial, la erosión costera, el desarrollo y la caza ilegal son algunos de los motivos de su desaparición.

Al menos cinco especies de tortuga llegaron a anidar en las playas de Ghana en el pasado, pero en la actualidad se cree que sólo lo hacen las tortugas baula, las golfina y las verdes.

“Siempre soy optimista y creo que cada pequeña cosa que hacemos va a tener un gran impacto”, asegura Allman, profesor de la Florida Gulf Coast University.

En las comunidades en torno a Ada Foah, a unos 80 kilómetros al este de la capital del país, Accra, la caza ilegal ha sido un problema. Mataban a las tortugas que anidaban en la arena por el valor de su carne, caparazón y piel. Además, las tortugas que caían atrapadas en las redes de los pescadores también se vendían a los cazadores.

Pero esa actitud comenzó a cambiar hace unos 10 años, cuando Dickson Agyeman, el gerente regional de Ghana Wildlife Division, puso en marcha una serie de programas de concienciación. También comenzó a organizar visitas a pie guiadas por la playa. Pero los recursos limitados impidieron la ampliación del programa.

Entonces llegó Allman, que viajó a Ghana con una beca Fullbright para establecer la primera investigación y programa de conservación a largo plazo de las tortugas marinas en ese país. Su proyecto lo realiza en colaboración con la Universidad de Ghana, para recoger datos sobre tendencias de anidación y población.

Allman puso además en marcha la organización no gubernamental HATCH, con sede en EE UU, con el fin de obtener dinero para programas consagrados a las tortugas. Creó una página web y convenció a la editorial Bradt para que incluyese información sobre las tortugas en sus libros de viajes.

Agyeman asegura que esta estación de anidamiento (de noviembre a marzo), ha sido la mejor para el turismo. Calculan que recibirán este año unas 150 visitas; un avance significativo si se compara con las cerca de 10 que tuvieron cuando arrancó el proyecto en 2006.

“El año que se ven más tortugas, recibimos más visitantes”, explica. “Es como si la gente que viene y ve tortugas después se lo dijera a sus amigos, que también vienen”.

Los turistas organizan sus caminatas entre tortugas a través de Agyeman, que facilita el transporte de los hoteles a la playa. Un guía de Ghana Wildlife acompaña a los turistas durante el paseo. Allman y sus investigadores, que vigilan la playa en vehículos todoterreno entre las 21.00 y las 03.00 de la madrugada, son quienes avisan a los guías y les dan la localización de las tortugas.

“Esto está ayudando al sector del turismo”, afirma Gad Ackwerh, propietario del hotel Cocoloko Beach Resort. Su negocio ha crecido un 15 por ciento en los últimos cinco años, dice.

Allman incluye información de hoteles en su página web.

“El objetivo es enseñar a las comunidades locales que existe un beneficio económico por tener a las tortugas en la playa”, afirma Allman, de 35 años, que viaja a Ghana cada mes de diciembre. La gente del pueblo, dice, “ve que llegan más y más turistas, trayendo dinero que se gastan en comprar comida en el mercado, en cenar en restaurantes y en dormir en los hoteles. Eso sostiene y beneficia a todo el mundo, incluyendo a las tortugas”.

Un productor local de sandías, que se identifica como Víctor, asegura que la comunidad ganaría más si las tortugas fuesen capturadas y encerradas para ser exhibidas, porque así los turistas pagarían para verlas durante las horas diurnas.

Las tortugas marinas anidan cada dos o tres años, así que para que los datos de las investigaciones sean útiles el programa debe de durar bastante tiempo. A diferencia de los dos últimos años, esta temporada está siendo muy activa, por ejemplo. Las tortugas, que alcanzan hasta 100 años de vida, pueden anidar hasta ocho veces por temporada, llegando a gestar 800 huevos.

Esta temporada el equipo de Allman ha colocado identificadores vía satélite a cuatro tortugas golfinas a fin de lograr más pistas sobre sus patrones migratorios.

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