Haití continúa ahogada en la nada casi tres años después del terremoto: no tiene dinero ni para tizas

    • 400.000 haitianos continúan viviendo en campamentos de refugiados tras sufrir uno de los seísmos más devastadores de la historia.
    • La educadora y cooperante dominicana Máxima Peña asegura que hoy Haití está peor que entonces.
Máxima Peña es educadora y cooperante dominicana que trabaja en la ayuda a Haití desde 1985
Máxima Peña es educadora y cooperante dominicana que trabaja en la ayuda a Haití desde 1985
Cedida por InteRed

Unas 400.000 personas siguen viviendo en campos de refugiados en Haití tras el terremoto de enero de 2010 de una población de 9,8 millones. ¿Hay visos de que vayan a tener un hogar propio a corto plazo?

Por ahora no se vislumbra esa posibilidad. Las ayudas no han llegado como fueron ofrecidas. Un problema es la construcción de viviendas. No hay nada que vaya en la línea de construcción de esas viviendas. No tienen terreno y la gente tiene otras necesidades más urgentes.

¿Entonces hablar de una reconstrucción de Haití después de que murieran más de 222.500 personas y cerca de 300.000 edificios se derruyeran o resultaran gravemente afectados es una irrealidad?

No se está produciendo una reconstrucción como tal y hace falta un plan estratégico desde el mismo Gobierno haitiano.

El presidente es un cantante [Michel Martelly], una persona que no tiene un partido político como tal. Eso ha generado que el Ejecutivo no tenga un sistema de gobierno definido para impulsar todo el trabajo. Duró más de seis meses para formar gabinete y el primer ministro cambió tres veces en año y medio.

Naciones Unidas estima que se destruyeron ocho de cada diez escuelas en la capital -Puerto Príncipe- y seis de cada diez en el sur del país. Como educadora y cooperante con Haití desde hacía años se le debió de partir el corazón al ver esto.

No solo el corazón, la vida entera. Ver que el sistema educativo, universidades y escuelas están todos en el suelo. Ver que la educación del país en el suelo, es una situación bastante difícil y dolorosa.

Hasta ahora hay pequeños intentos de escuelitas privadas. Dando clase bajo lonas y en casitas prefabricadas. Un pueblo sin educación no se desarrolla, no sale hacia adelante.

Al principio la gente hizo mucha bulla. Hoy la situación del país es peor que en el primer momento del terremoto, porque entonces el mundo se volcó en ayudas. Ahora, la gente que está en los campamentos ayudando me cuenta que lo triste es que por lo menos encontramos instituciones que nos siguen donando lonas.

Hay mucha hambre, para colmo poca lluvia y no se ha podido sembrar ni recoger cosecha."Los maestros no están cobrando. En las escuelas públicas carecen hasta de tizas".

¿Qué avances han alcanzado en la reconstrucción de los centros educativos y la vuelta al cole de los alumnos? ¿Hay muchos niños y adolescentes que siguen sin estar escolarizados tras el terremoto?

Más de 500.000 de niños y niñas no van a la escuela. En un país empobrecido como es Haití, más o menos el 10% son escuelas públicas. Hay familias que no pueden permitirse ni eso, por los zapatos, cuadernos, libros.

Se da otro fenómeno: el presidente de la República anunció que habría escuela gratuita para todo el mundo, como lo contempla la Constitución haitiana. El problema: ¿dónde estás los centros, los profesores? Los maestros no están cobrando. En las escuelas públicas carecen hasta de tizas.

El tema educativo es un dolor en Haití.

Usted trabaja también por la igualdad de la mujer haitiana. ¿Qué asignaturas urgen más en este sentido?

El tema económico, que la mujer tenga cómo poder producir, la relación con el compañero... hay mucho machismo en Haití.

Hemos estado trabajando con mujeres artesanas que han generado recursos y dicen que ahora sus maridos las respetan por ello.

No existe un mercado laboral en Haití. Un 70% de la población es campesina. Dependen de la generosidad de la naturaleza.

Tampoco resulta fácil recuperarse emocionalmente de uno de los peores seísmos que han azotado al mundo. Casi tres años después ustedes desde el centro local de la ONG española InteRed siguen ofreciendo ayuda psicológica.

Lo que hacemos es ayudar en la recuperación emocional a más de 2.000 docentes, porque ellos lo multiplican. Después del terremoto vino el cólera. La gente tiene mucha inquietud y ansiedad, miedo de qué pasará. Cuando tú tocas la fibra sensible de la gente, ves que automáticamente tienen lágrimas en los ojos.

Con los docentes ejercemos todo un proceso de acompañamiento en el que sobre todo más que un discurso es ponerlo a él o ella misma a través de ejercicios [en situación], que se den cuenta de en qué estado están y puedan ponerse en camino. Que recuperen su fuerza. La primera terapia la da el mismo grupo, el compartir con los miembros del taller."En Haití todo es urgente: la educación, la alimentación, la salud, la agricultura, la vivienda…"

Resulta evidente que se está haciendo muy cuesta arriba la recuperación económica de un país paupérrimo ya de antes del seísmo, cuyos daños materiales se estimaron en un 120% del PIB. ¿Hay algún problema que tenga que resolverse con mayor urgencia que otro?

En Haití todo es urgente: la educación, la alimentación, la salud, la agricultura, la vivienda… Mientras esté en una situación donde sigue habiendo campamentos llenos de personas… ver eso tampoco ayuda a la recuperación emocional. Si no se atiende, puede haber una explosión social. Es un pueblo muy pacífico, pero llega un momento en el que la paciencia se agota.

¿Resulta ahora muy difícil conseguir donaciones en España?

Por donde yo he ido pasando [esta semana de visita], la gente ha dicho que a pesar de que las cosas ahora están mal aquí, ahí están peores. Yo sí que creo que en la medida en la que yo voy aportando a otros que están peores que yo, eso crea nuevas posibilidades.

Agradezco al pueblo español su aporte, que ha permitido nuestra rehabilitación de escuelas, ayuda en la recuperación emocional, algunas viviendas…

¿Y la República Dominicana, el país vecino de Haití, hasta qué punto puede ayudar y está ayudando?

Fuimos los primeros que llegamos allí. Nuestros hospitales se llenaron de pacientes, con cirugía y a nivel psicológico. En República Dominicana también aumenta el nivel de pobreza. Vecinos míos pasan hambre: cenan porque les damos nosotros de cenar.

Sigue recibiendo inmigrantes haitianos. Por otra parte está la promesa de la universidad pública construida en la parte norte de Haití, inaugurada ahora en octubre.

Máxima Peña es dominicana. Desde 1985 forma parte del Comité de Solidaridad con Haití y combina su trabajo educativo con labores de cooperación con la ONG español InteRed, entre otros. Ayuda a inmigrantes haitianos desde 1994. Esta semana ha visitado España para concienciar sobre la situación en su país vecino.

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