Hermanos de yihad y de sangre

  • En las células yihadistas que parten a luchar a Siria o buscan cometer atentados en nombre del islam, hay muchos hermanos, un fenómeno que expertos atribuyen a motivos psicológicos y tácticos.

Los hermanos Merah en 2012 en Toulouse (sur de Francia), los Kouachi en el atentado contra Charlie Hebdo en París hace un año, los Abdeslam y los Abaaoud en noviembre, también en París, los Tsarnaev que cometieron el atentado contra el maratón de Boston en 2013: en los últimos años, numerosos hermanos de sangre se convirtieron en hermanos de armas contra quienes consideran "enemigos del islam".

Y en las listas de procedimientos judiciales abiertos en Francia y en Bélgica por viajes a zonas controladas por el grupo Estado Islámico en Siria e Irak, los apellidos iguales son numerosos, a menudo por grupos de tres o cuatro.

"Es un fenómeno natural", afirma a la AFP el psiquiatra y ex agente de la CIA Marc Sageman, que fue uno de los primeros en señalar, en un libro aparecido en 2003, ese fenómeno. "Se desarrolla la identidad social hablando primeramente a los familiares. Y por supuesto los familiares son ante todo los hermanos y los amigos de infancia", dice.

"Es lo que yo llamo la activación de la identidad social. Se trata de una cuestión de proximidad. Es por ello que hay en los grupos yihadistas tantos hermanos, a veces hermanas, y amigos de barrio. Crecieron juntos, se inventan una identidad de un islam agredido, de mujeres y niños muertos en bombardeos. Se radicalizan, se reconfortan los unos a los otros", explica Sageman.

Frente a la rigurosa vigilancia organizada después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en las mezquitas y lugares de culto, esos pequeños grupos familiares, imposibles de infiltrar desde el exterior, se cierran en sí mismos y aprenden en la red las técnicas de simulación.

"Es una cuestión de confianza", agrega Marc Sageman. "Naturalmente te fías de un pariente. Y cuando se trata de arrastrar a alguien contigo, el blanco más lógico es tu hermano menor o tu hermano mayor. Es el mismo fenómeno que las bandas callejeras. No se necesita ni lavado de cerebro ni adoctrinamiento".

Patrick Amoyel, psicoanalista y profesor de psicopatía en Niza (sudeste de Francia), trabaja, en el marco de una asociación denominada Entr'Autres, en la desradicalización de jóvenes seducidos por las tesis yihadistas. En contacto con las familias, notó la presencia de muchos hermanos.

"Dentro de ellos, la influencia funciona en las dos direcciones", declara Amoyel a la AFP. "Se encierran rápidamente en una suerte de confusión psíquica. Hay algo de un poco loco, un poco irracional en ese proceso. Un asumir riesgos un tanto adolescente, aunque no siempre sean adolescentes", sostiene.

Psicóloga de la asociación Entr'Autres, Amélie Boukhobza acota que "es a menudo el más joven el que tiene más cosas que demostrar, un lugar que encontrar, el que influencia al mayor. El hermano mayor no tiene necesariamente la ascendencia".

Una vez que esa burbuja de radicalización se ha instalado, a menudo sin que se den cuenta los otros parientes, adquiere una coherencia y una resistencia a toda prueba.

"Puede ampliarse a los círculos de amigos cercanos, con, por ejemplo, el mejor amigo que se casa religiosamente con la hermana, y eso crea células muy homogéneas y fusionales desde el punto de vista psicológico y afectivo", agrega Amoyel. "A ese nivel se produce una consolidación afectiva mutua que es sumamente sólida, difícil de romper. Lo hemos visto a menudo. Y esto no remite en absoluto a la enfermedad mental, no es del campo de lo psicótico ni de lo psicopatológico", explica.

"Es un círculo permanente de influencia de uno hacia el otro y viceversa, y puede desembocar en cualquier cosa", dice, citando las "ganas de sobrepasar el límite, de ir hacia la rebelión absoluta. Y eso puede terminar en acción terrorista", concluye.

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