Huérfanos del sida en África

  • Demaris Muthoni pesaba a los 4 años lo mismo que cuando nació. Sus padres murieron de sida y la pequeña quedó al cuidado de un familiar. Su historia es la de 20 millones de niños africanos como ella que ahora protagoniza un libro sobre estos pequeños-grandes héroes en la lucha contra el VIH.
Niños supervivientes de la crisis del VIH en África (IMAGEN de archivo: John Moore/Getty Images)
Niños supervivientes de la crisis del VIH en África (IMAGEN de archivo: John Moore/Getty Images)
John Moore/Getty Images
Randi Epstein | GlobalPost

(Nueva York, EEUU). Cuando Jane Kinuthia encontró a Muthoni, encogida detrás de una chabola en el distrito rojo de Gilgil, en Kenia, la niña de cuatro años pesaba 4,45 kilos."En todos mis años en Gilgil, nunca había visto nada como esto", dice Jane, que por aquella época era propietaria de un café al noroeste de Nairobi, donde trabaja activamente en favor de los derechos de los niños.

Los padres de Muthoni murieron de sida, dejándola sin nada y al cuidado de una joven tía de 17 años, que se prostituía por las calles del barrio por un dólar para alimentarse. Eso fue hace tres años. Hoy en día Muthoni es una estudiante robusta que vive en un orfanato al otro lado de la ciudad. Ha logrado salir adelante gracias a un programa de nutrición y educación fundado por Kinuthia y otras dos mujeres, una de ellas enfermera y la otra, trabajadora social.

Kinuthia convirtió su café en un refugio para niños y compró la propiedad de al lado para expandir sus servicios. Jill Simpson, enfermera retirada, logró reunir donaciones y ayudó a organizar el proyecto. Teresa Wahito, trabajadora social, se encargaría de los cuidados del día a día. (Simpson murió este año a los 80 años de una enfermedad cardiaca, pero el Saudia Children's Home que ayudó a fundar continúa adelante).

La historia de estas tres mujeres, de cómo se encontraron y empezaron a trabajar juntas para ayudar a los niños de Gilgil, es una de las diversas historias con final feliz que se incluyen en el libro Face to Face: Children of the AIDS Crisis in Africa (Cara a cara: los niños de la crisis del sida en África).

Este volumen destaca entre otros libros de historias médicas en África por las impresionantes fotos de los niños y de sus abuelas, que en muchos casos con las encargadas de los pequeños cuando sus padres están muy enfermos o han muerto.

Unos 20 millones de niños en África subsahariana han perdidos a sus dos padres a causa del sida, según la ONU. Eso es prácticamente la población total de Australia.

El libro, escrito por Ruthann Richter con fotografías de Karen Ande, se publica en unos momentos en los se están revisando las políticas de ayuda a la infancia. Los jóvenes supervivientes ya no se ven tan solo como bocas que alimentar y vestir y sanar, sino que ahora se les trata como niños que necesitan una familia que les quiera y ayuda psicológica.

Esta nueva estrategia es un reflejo de la maduración de las modalidades de tratamiento. Primero llega la detección de la enfermedad; después, una estrategia de tratamiento eficiente. Tan solo entonces es cuando el tratamiento va más allá de la supervivencia y se centra en la calidad de vida.

En el número de junio de The Journal of the International AIDS Society, Linda Richter, una investigadora del Consejo de Investigación de Ciencias Humanas en Durban, Sudáfrica, escribió que "la mera provisión de antirretrovirales no será suficiente; es de importancia vital que el tratamiento y el cuidado de los niños esté integrado en un contexto más amplio de servicios de apoyo a la familia".

El objetivo de "Face to Face" (Cara a cara) es utilizar palabras y fotografías para contar pequeñas historias de éxito o de "campeones inesperados", como los denomina Richter. Cada capítulo habla de personas corrientes que han dado pasos para ayudar a los niños sus pueblos, bien sea estableciendo una clínica de salud, creando escuelas o aportando a sus familias los medios para ganarse la vida.El ex futbolista John Adoli, por ejemplo, ha fundado Girl Power en Kibera, que ayuda a las mujeres jóvenes con sida, asesorándolas y dándoles trabajo para mantenerlas lejos de la prostitución.

"Pudimos seguir a algunos de estos niños durante cuatro años", explica Richter. "Una niña tenía 13 años cuando su madre se estaba muriendo, y ella se encargó de mantener a la familia unida, cuidando de sus tres hermanos pequeños, todos ellos con síntomas de malnutrición. Fue rescatada por una mujer que había fundado una escuela, y por primera vez en su vida ella y sus hermanos fueron al colegio y recibieron comida regularmente. Ahora todos están muy bien".

"Aunque sea con pocos recursos, se pueden marcar cambios importantes en la vida de un niño", afirma Richter.

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