Incluso con diplomas, refugiados afrontan una nueva lucha al llegar a Europa

  • Mohamed, Fayiq y Bilal están bien formados. Son un ingeniero, un estudiante de secundaria y un experto contable. Pero su anhelada llegada a Europa debutará con una nueva lucha por recuperar el nivel de vida que conocieron en sus países de origen.

Muchos de las decenas de miles de migrantes y refugiados que llaman a la puerta del Viejo continente estudiaban en la universidad o tenían un buen trabajo antes de verse forzados al exilio por la guerra.

Es sobre todo el caso de los sirios, cuyo país disponía de uno de los mejores sistemas educativos de Oriente Medio antes de la guerra civil.

"Los sirios buscan un lugar donde puedan recuperar su calidad de vida", explica Arezo Malakooti, experta del gabinete Altai Consulting, que colabora con la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU.

"Siria se parecía mucho a un país europeo antes de la guerra, con un nivel de vida relativamente elevado y una población con un buen nivel de educación. Claro que había pobres pero, en general, el país destacaba en la región".

Mohamed al Taweel, que desembarcó esta semana en la isla griega de Lesbos, era ingeniero informático en Damasco."Ya no podía hacer nada en mi país", dice este joven de 24 años que confía en obtener un trabajo similar en Europa, aunque teme que necesitará nuevos diplomas.

En Alemania, el 78% de los sirios llegados entre enero de 2013 y septiembre de 2014 pertenecían a "clases medias y hasta superiores", con un sólido bagaje educativo, según la Oficina Federal de Inmigración y Refugiados.

Esta cifras, "superiores a las de otros países", constituyen una "buena precondición para (su) integración", si bien queda por franquear la doble barrera de la lengua y el reconocimiento de los diplomas, estima la Oficina.

Otra investigación reciente de la administración alemana destacó de los refugiados candidatos a un trabajo su "motivación y aplicación".

"En su país de origen, esta gente formaba parte de las fuerzas motrices de la sociedad y en Alemania, no tienen ningunas ganas de vivir de las ayudas sociales", subraya el documento.

"Me sorprende que cuando hablo con los sirios que están aquí desde hace seis meses, podamos entendernos bien en alemán", comentó Joachim Walter, un responsable local del Partido Cristiano-Demócrata de la canciller, Angela Merkel.

También muchos afganos que parten a Europa tienen un buen nivel de formación, pese a que su país está muy marcado por la pobreza y el analfabetismo, según Malakooti.

En Lesbos, Fayiq Abubakar, de 18 años, partió de Mazar-e-Sharif, la cuarta ciudad de Afganistán en el norte, donde asegura haber estudiado en "uno de los tres mejores institutos". Espera estudiar finanzas y comercio internacional en Alemania.

Pero, como muchos otros, Fayiq y Mohamed corren el riesgo de llevarse una amarga desilusión en los países de acogida.

"No por obtener un estatuto de refugiado se llega al final del camino. Bien al contrario", advierte Fatiha Mlati, responsable de Francia Tierra de Asilo, una asociación de ayuda a los demandantes de asilo.

"Es muy complejo acceder a la sanidad, los derechos sociales, el reconocimiento de diplomas (...) La gente superdiplomada puede pensar que será sencillo, pero la mayoría deberá pasar por trabajos menos cualificados", explica Mlati.

Muchos exiliados diplomados que llegan a Francia encuentran empleo en restaurantes o repartiendo pizzas a domicilio, mientras otros siguen buscando trabajo.

Bilal, un excontable de Alepo, huyó de Siria en 2013 y vive cerca de París. "Obtuve el estatuto de refugiado hace un año. Pero sigo sin empleo por las dificultades con el idioma", asegura.

También de Alepo, Mohamed, ingeniero, es cocinero en un restaurante en Francia. Lejos de lamentarse, destaca que "Europa era un sueño totalmente inaccesible bajo la dictadura de Bashar al Asad. Ahora, es una realidad".

"Tengo incluso primos que desde hace años viven en los países del Golfo. Ahora se plantean venir a Europa", afirma.

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