Joaquín Sabina promete sobriedad pero también corazón en su regreso a Buenos Aires

  • Buenos Aires.- El cantautor español Joaquín Sabina reconoció que le excita tocar en el mítico estadio La Bombonera de Buenos Aires y que, aunque el concierto que va a dar allí el miércoles será más sobrio que en otras ocasiones, tratará de poner el corazón en una ciudad de la que ha sido siempre "un enamorado".

Joaquín Sabina promete sobriedad pero también corazón en su regreso a Buenos Aires
Joaquín Sabina promete sobriedad pero también corazón en su regreso a Buenos Aires

Buenos Aires.- El cantautor español Joaquín Sabina reconoció que le excita tocar en el mítico estadio La Bombonera de Buenos Aires y que, aunque el concierto que va a dar allí el miércoles será más sobrio que en otras ocasiones, tratará de poner el corazón en una ciudad de la que ha sido siempre "un enamorado".

El andaluz, que se encuentra en Argentina para presentar su trabajo más reciente, "Vinagre y Rosas", confesó en rueda de prensa que aunque lo que le "anda saliendo del corazón hace rato es tener una relación más íntima y más directa con el público", lo está pasando "tan bien" en esta gira que no sabe si finalmente será la última "de grandes escenarios" como había prometido.

Después de pasar por las ciudades de Trelew, en la Patagonia argentina, y de Junín, en la provincia de Buenos Aires, Sabina llega a la capital argentina para ofrecer un concierto junto al grupo español Pereza, con los que compuso el primer sencillo de su disco, "Tiramisú de limón".

Para el recital que ofrecerá el miércoles en el estadio de Boca Junior -equipo del que es seguidor, aunque reconoció que su "Boquita no está en su mejor momento"-, Sabina prometió un espectáculo sobrio, despojado de grandes luminarias y otras estridencias.

"Sólo somos nosotros, que somos muy poquita cosa, pero trataremos de poner el corazón", afirmó.

Igual no faltará un homenaje a todos aquellos colegas argentinos que han fallecido recientemente, como Sandro y Mercedes Sosa, y a amigos como el dibujante Roberto Fontanarrosa y el periodista y conductor Adolfo Castelo.

En este último disco, el cantautor hace referencia a su edad y al paso de los años, con los que está empezando a descubrir "el placer de desayunar o de dormir la siesta", y a ver que el día no está "tan mal".

Antes, cuando vivía de noche, "la vida era más al límite y más peligrosa, pero mucho más divertida, no sabía uno dónde iba a despertarse ni con quién", reconoció.

Para él, el mito de que los años aportan sabiduría no son más que "imbecilidades", ya que a sus 60 años únicamente se ve más viejo, "con muchísimos miedos a envejecer" y a morirse.

"Nostalgia no tengo, pero sí memoria. Ahora vengo a Buenos Aires y no puedo prenderle fuego ni salir por las noches", lamentó.

Para él, las "rosas" de Argentina son "su capital intelectual, moral, ciudadano, vital, poético, tanguero y lírico", mientras que el vinagre son "los malos gobiernos y la terrible corrupción, y un país que nunca acaba de levantarse porque otra vez lo joden".

"Ha sido siempre un disparate pero a mí siempre me ha gustado porque yo también soy muy disparatado. Yo sé que con el caos se sufre mucho pero a mí me gusta esa mezcla de caos y, al mismo tiempo, de vitalidad, de alegría y de cultura, de esa clase media culta a la que están jodiendo y proletarizando todo el tiempo", denunció.

"Yo he sido siempre un enamorado (de Buenos Aires), no me hagan ponerle peros. La quiero tal y como es, tal como yo quiero que sea", añadió.

Al ser comparado con su amigo Charly García, Sabina aseguró que se le sobrevalora en relación al músico argentino, a la sombra de quien se siente "como una monja de clausura".

"No sólo en sus disparates vitales sino en su talento, no se nos puede comparar, ni se debe", concluyó.

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