Juan Pablo II, beato exprés

  • El Vaticano ha elevado a los altares al Papa más viajero en solo seis años, un tiempo récord únicamente equiparable a la beatificación de Teresa de Calcuta. ¿Cómo ha sido posible?

Juan Pablo II, el "Papa peregrino"
Juan Pablo II, el "Papa peregrino"
lainformacion.com

"¡Santo súbito! ¡Santo súbito!", clamaba la muchedumbre que llenaba la Plaza de San Pedro cuando se confirmó el Papa Juan Pablo II había muerto. Querían que la Iglesia católica le declarara santo y querían que lo hicieran lo más rápido posible.

Ahora se cumple el primer paso para ello, con la beatificación de Karol Wojtyla solo seis años después de que falleciera el Sumo Pontífice un 2 de abril de 2005 a las 21:37 de la noche. Quien fue uno de los hombres más próximos del "Papa viajero" y ya como su sustituto, dio luz verde a uno de los procesos más rápidos de beatificación que ha visto la historia reciente, solo equiparable a su amiga, Teresa de Calcuta.

Benedicto XVI dio permiso para no tener que esperar los cinco años que marca la Iglesia antes de empezar un proceso de beatificación tras. ¿Por qué? Desde luego la petición inmediata de los fieles contribuyó a ello. Pues la fama, en el mejor sentido de la palabra, es una de las cosas que hay que demostrar para iniciar todo el papeleo e investigación necesarios para la beatificación.

"Ese tiempo [habitual] de espera de cinco años es para comprobar si la fama de santidad y de favores que empiezan a suceder cuando una persona fallece están suficientemente consolidados", explica José Carlos Martín de la Hoz, sacerdote y responsable de las llamadas "causas de canonización y milagros" en el Opus Dei.

"Simplemente ver el clamor universal y solo ver la cantidad de jefes de Estado que asistieron al funeral [es suficiente] para darse cuenta de que la fama de santidad es universal", apunta el teólogo e historiador.

Pero a ello hay que añadirle la ingente cantidad de documentos (encíclicas, libros, sermones, etc.) que dejó Juan Pablo II durante sus 27 años de pontificado y ya antes, además de "miles" las cartas que han llegado y siguen llegando al Vaticano. Esas misivas pertenecen a personas de a pie, fieles dando fe de la fama del Papa Juan Pablo II y asegurando haber recibido favores por la intercesión del pontífice fallecido, explica Martín de la Hoz.

Opiniones en contra

Sin embargo, no a todos les gusta la idea de que se beatifique a Juan Pablo II. Cincuenta destacados teólogos, entre ellos el suizo Hans Küng, han firmado una carta en contra. Consideran que el Papa polaco no apoyó al arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero contra la Junta Militar de su país.

Consideran que su ayuda podría haber evitado el asesinato del arzobispo en 1980, un año después de recibirle en audiencia papal. Un escuadrón de la muerte le mató durante una misa por su activismo contra la Junta salvadoreña. Los firmantes consideran que, con ello, Juan Pablo II "traicionó" a la población más pobre de Latinoamérica, recoge Efe.

Favores y milagros

Con "favores" la Iglesia se refiere a casos en que los creyentes pidan a Dios algo a través de la intervención de alguna persona –un santo o beato ya declarado o alguien a quien consideren así- y que después consideren cumplida gracias a esto. Por ejemplo, ver realizada la petición de un estudiante para aprobar un examen, sería un favor.

Lo que lo diferencia de un milagro es que éste debe ser científicamente demostrado en el sentido de que ni médicos ni otros investigadores que intervengan en el proceso de verificación puedan darle explicación –por ejemplo- a la curación de un moribundo de cáncer en cuestión de 24 horas, explica este teólogo e historiador experto en los procesos de beatificación y canonización.

Para declarar beato al Papa Juan Pablo II, el Vaticano ha dado por demostrado que gracias a su intercesión se repuso del Parkinson que padecía la monja francesa Marie Simon-Pierre.

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