Juan Pablo II y España, una relación especial

  • El "Papa viajero" estuvo cinco veces en nuestro país. Solo viajo más a su natal Polonia y a Francia. Su interés por la problemática etarra, su vínculo especial con España por su tradición católica y su complicidad con los jóvenes fieles españoles marcaron la relación del pontífice que mañana será beatificado.

Juan Pablo II en su primera visita a España (1982)
Juan Pablo II en su primera visita a España (1982)
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"¡Juan Pablo, II [Segundo], te quiere todo el mundo! ¡Juan Pablo, II, te quiere todo el mundo!", así coreaban al pontífice los jóvenes españoles que eran admiradores del "Papa viajero" cuando visitaba España.

Quien mañana será beatificado en un tiempo récord de seis años y un mes tras su muerte (solo equiparable al caso de su amiga Teresa de Calcuta), visitó España cinco ocasiones a lo largo de su pontificado. Solo realizó viajes oficiales más a menudo a su Polonia natal (nueve veces) y a Francia (seis).

La primera vez que vino a España fue en 1982, el mismo año de Naranjito con el Mundial de Fútbol en España y el mismo año en el que el PSOE ganó las elecciones por primera vez -y por mayoría absoluta- desde el inicio de la Transición. Precisamente llegó solo tres días después de que los socialistas arrasaran en los comicios contra Leopoldo Calvo Sotelo.

Juan Pablo II venía por varios motivos: era Año Santo, beatificó a Sor Ángela de la Cruz y oficialmente para honrar a una de las mayores figuras representativas de la literatura y la historia religiosa de España, Santa Teresa de Ávila, en el cuarto centenario de su muerte. En una misa que celebró en Madrid, congregó a un millón de personas, según datos de la Conferencia Episcopal Española.

Pero el Papa recorrió gran parte del territorio español. Además de la capital, visitó Ávila, Salamanca, Valencia, Sevilla, Granada, Santiago, Toledo, Zaragoza… Fue su visita más larga a nuestro país, con una duración de diez días.

Volvió en visitas más breves dos años más tarde, también en año que cayó el Muro de Berlín (1989) y en 1993. Juan Pablo II canonizó a 24 beatos españoles, según recoge Europa Press. Además, nombró a ocho cardenales españoles. De éstos, dos forman parte de la Curia Romana: el presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, el cardenal Julián Herranz y el cardenal camarlengo emérito, el español Eduardo Martínez Somalo.

"Siempre [se mostró] muy interesado por los problemas de pacificación en el País Vasco", cuenta a lainformacion.com el arzobispo de Valladolid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez. Recuerda especialmente uno de sus encuentros con él cuando era obispo de Bilbao. "El Papa [Juan Pablo II] me dijo "muchas gracias" y nos animó a seguir adelante con nuestra labor [llamando al fin del terrorismo]", rememora.

Pero Juan Pablo II compartió muchas alegrías con los españoles, como su peregrinación a Santiago de Compostela o las carcajadas que le provocó el payaso español Diego Pool "Japo":

Pasaron diez años desde una visita a la última de Juan Pablo II a España para celebrar unos actos con los jóvenes en el aeródromo de Cuatro Vientos (Madrid) aclamado como si de una estrella del rock se tratara. También celebró una misa con las familias en la plaza Colón de la capital.

Fue en 2003, cuando el que apodaron cariñosamente como el "Papa de los jóvenes" vino en un viaje que muchos interpretaron como la despedida de un pontífice que sabía que su hora estaba cerca. El anciano Papa polaco, que ya no se podía mantener de pie durante su discurso, conservaba su vitalidad interior: "Yo soy un joven de 83 años", aseguró en español a los jóvenes reunidos en Cuatro Vientos, tal y como recuerda Ricardo Blázquez.

Aunque naturalmente Karol Wojtyla también motivó críticas entre los españoles (por asuntos como su oposición al aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo), sus visitas siempre despertaron un gran interés, con retransmisiones en directo por televisión de sus recorridos por las calles españolas en el Papamóvil. "Las ideas no se imponen, sino que se proponen", advirtió también a los jóvenes en su última visita, a quienes siempre consideró la esperanza de futuro para la Iglesia católica.

Moriría dos años después, en abril de 2005, provocando una ola mundial de condolencias de jefes de Estado y fieles que pedían ya no su beatificación (que se celebra mañana a las 10 de la mañana en la Plaza de San Pedro del Vaticano), sino su canonización, que la Iglesia le nombrara santo.

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